'Bandera alegal'

Manuel Mederos
La bandera de Gran Canaria es uno de los símbolos menos controvertidos y más aceptados por los grancanarios, que, con mayor o menor grado de afectación, ha penetrado en nuestra conciencia colectiva. No es una bandera cuestionada y no tiene rivales institucionales ni populares. Creo que es precisamente a este grado de conciencia de los grancanarios sobre su simbología al que ha repugnado la utilización partidista que José Manuel Soria ha hecho del la enseña. El argumento incuestionable que proporciona la simbología popular ha servido de escudo para que el Cabildo no atendiese a ninguna de las razones que les hizo llegar la opinión pública y la oposición sobre la desproporción del gesto y la necesidad de mantener el consenso que requiere la quebradiza esencia de los símbolos.
El mismo grado de rechazo psicológico ha tenido el hecho de que el Cabildo eligiese la plaza de La Fuente Luminosa, sin tener en cuenta la presencia preeminente de la bandera española en uno de los más emblemáticos centros de poder del Estado en Canarias como es la Comandancia de Marina y la Delegación del Gobierno. Soria no ha vulnerado la legalidad porque el legislador no ha previsto que un presidente de Cabildo o un alcalde plante un bandera descomunal en el centro de la ciudad distinta a la española. En este sentido la bandera instalada por el Cabildo es una "bandera alegal". Ahora bien, el presidente del Cabildo de Gran Canaria debió tener en cuenta la Ley y su espíritu a la hora de elegir el lugar. La única legislación existente solo se preocupa de la defensa de la preeminencia de la bandera española sobre el resto de las banderas de territoriales y en el entorno de la plaza de la Fuente Luminosa debe ser la bandera española la predominante y no la grancanaria. Estos riesgos tienen los gestos de autoridad, como este trágala de la bandera, que a nadie deja contento.
Soria no sólo han despertado los demonios simbólicos de los grancanarios, creyendo que los domesticaba, sino que además el celo de los que creen en el buen sentido que sostiene la Constitución española sobre el lugar que deben ocupar los símbolos.

Canarias 7