Han cumplido con veinte citas desde el pasado mes de mayo. La de hoy, por centrarse en la tradición de las fiestas de San Froilán, resulta especial para los centenares de pendoneros que acuden con los estandartes llegados de diversos puntos de la provincia leonesa a honrar al patrón de la capital leonesa. La asociación de Pendones Reino de León colabora en la organización de un evento que se ha comenzado a exportar fuera de las fronteras leonesas.
Para hoy está preparado un recorrido que atraviesa una parte importante de la ciudad, desde Guzmán a la Plaza Mayor, donde acabará el desfile de las enseñas que se guardan con celo en los pueblos leoneses. Ordoño II, la Calle Ancha, la Plaza de la Regla, Domínguez Berrueta y la plaza Mayor es el itinerario de paso de la herencia histórica de los valores leoneses que se mide por su riqueza cromática. También por la destreza de los pendoneros que guían los pendones enarbolados en mástiles de hasta trece metros de altura.
Los expertos dan pautas para interpretar el pendón por el color que lo distingue, según aconseja la asociación de pendones Reino de León: el rojo carmesí, el color del Reino de León, también apropiado para la guerra. Cada banda de tela roja se dice que es un premio por batalla ganada.
El verde, que se mezcla con el rojo, aparece en la mitad de los pendones que se conservan en León. Los estudiosos relacionan este color con la reconquista (por ser el verde el color del islam).
El morado, que puede relacionarse con la participación en la guerra de las comunidades, aunque también se vincula a las celebraciones religiosas de la Semana Santa.
El azul se relaciona con las fiestas religiosas de la Inmaculada, aunque en el siglo XVI la guarnición leonesa llevaba el azul entre su bandera. Los colores más suaves, blancos, cremas o amarillos, se fundamentan con los premios militares, el distintivo de la paz en medio de una conflicto bélico o con los cultos religiosos.
Diario de León
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