Durante tres siglos ha permanecido oculto. Ha pasado de mano en mano en secreto, custodiado celosamente por sus guardianes para evitar su destrucción. Ahora, Catalunya ha recuperado un símbolo que puede ser considerado de los más relevantes de su historia. Se trata de un estandarte que habría pertenecido a una unidad militar que participó en la guerra de los Segadors (1640-1652) y que, muy probablemente, también sirvió de enseña a un batallón de artillería ligera del Vallès Occidental en la defensa de Barcelona durante la guerra de Successió (1702-1714).
Tras haber sido expuesto discretamente en Barcelona, el Museu d´Història de Catalunya desvela a La Vanguardia de qué pieza se trata. Es uno de los pocos objetos de valor histórico que se salvaron tras la rendición de la capital catalana en septiembre de 1714. Su origen se remonta, según los especialistas, al siglo XVII. Es rectangular, acabado en dos puntas en ángulo en uno de sus extremos. Mide 177 por 144 centímetros. Esta realizado en tafetán de lino y decorado a mano en sus dos caras, con un galón de pasamanería de lana en el contorno. En el extremo opuesto a las dos puntas se conserva, cosida a mano, la zona del pasador para el asta donde se colocaba la enseña. Según los expertos del Museu d´Història de Catalunya y del Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa que la han analizado, esta pieza podría tener un origen gremial y pertenecer muy probablemente a una cofradía agrícola que, en su momento, lo habría utilizado como estandarte para ir a la guerra.
La atribución a un colectivo agrícola se fundamenta, según los técnicos, en la importancia que tienen en la pieza - por su tamaño y ubicación- las imágenes de las hoces, que aparecen a ambos lados de la enseña, o la de la zoqueta (especie de protector de madera para los dedos que se colocaban los campesinos cuando se utilizaba esta herramienta de labranza), que figura en uno de los lienzos del estandarte.
Las cuatro imágenes religiosas que aparecen representadas en la enseña, que fueron pintadas a mano por algún artesano local - dada la escasa calidad artística del trabajo-, son fácilmente identificables y corresponden a Sant Pere y la Mare de Déu del Roser en uno de los lados, y a Sant Llorenç y Sant Antoni de Pàdua, en el otro. Al intentar identificar a qué cofradía podría pertenecer originariamente el estandarte basándose en esta iconografía, los expertos que lo han analizado sugieren, teniendo en cuenta la presencia de Sant Llorenç y de Sant Pere, que tuvo su ubicación en el Vallès Occidental, y muy probablemente en la ciudad de Terrassa.
Los estudiosos también apuntan que el artista que pintó la pieza pudo haber confundido, por desconocimiento, las imágenes de Sant Antoni de Pàdua y Sant Antoni Abat, y dibujó en el guión el primero cuando en realidad era este último al que se consideraba en aquella época patrón de los labradores. Las cuatro imágenes están enmarcadas por un fondo de estrellas - dibujadas con una plantilla y acabadas a mano- y por una guirnalda de flores y hojas que recorre todo el perímetro de la tela.
Las hipótesis de los responsables del Museu d´Història de Catalunya y del Museu Tèxtil sobre el origen del estandarte concuerdan con el informe previo realizado por el experto en vexilología (estudio de las banderas) Josep Porter i Moix. Este apunta en sus conclusiones provisionales que se trataría de un guión de una unidad de dragones, formaciones militares que combatían a pie o a caballo y cuyos estandartes tenían esta misma forma trapezoidal, con dos colas en punta. También señala Porter que seguramente el guión no habría pertenecido a ninguna corporación establecida, pero sí a algún colectivo o gremio del siglo XVII. Resulta difícil poder recuperar con toda exactitud, sin pruebas documentales, la historia y las vicisitudes que ha vivido desde su creación el estandarte ahora descubierto. Sin embargo, son muchos los indicios que lo colocan, según los expertos y los técnicos, como la enseña de una unidad militar de origen gremial agraria que habría participado en la guerra de los Segadors, una revuelta, precisamente, de origen marcadamente campesino.
También parece claro, y así lo recoge el relato oral transmitido entre quienes lo han mantenido oculto durante siglos - entre ellos, Frederic Escofet, militar que se puso a las órdenes de Francesc Macià cuando este proclamó la República Catalana, y que fue nombrado entonces jefe de los Mossos d´Esquadra- su participación en la defensa de la ciudad de Barcelona en el año 1714 como insignia de un batallón de artillería ligera originario del Vallès Occidental. Esta unidad, según ese relato no escrito, habría acudido desde la comarca del Vallès a Barcelona para luchar contra las tropas borbónicas. Desde entonces, había estado oculto, y no ha sido hasta el pasado octubre, coincidiendo con la exposición temporal Catalunya i la guerra de Successió,organizada por el Museu d´Història de Catalunya y que cerró a final de año, que ha podido ser visto en público, aunque sin destacarse la excepcionalidad de la pieza.
Ahora, su último custodio y el museo buscan un acuerdo que permita exhibir el símbolo.
Tras haber sido expuesto discretamente en Barcelona, el Museu d´Història de Catalunya desvela a La Vanguardia de qué pieza se trata. Es uno de los pocos objetos de valor histórico que se salvaron tras la rendición de la capital catalana en septiembre de 1714. Su origen se remonta, según los especialistas, al siglo XVII. Es rectangular, acabado en dos puntas en ángulo en uno de sus extremos. Mide 177 por 144 centímetros. Esta realizado en tafetán de lino y decorado a mano en sus dos caras, con un galón de pasamanería de lana en el contorno. En el extremo opuesto a las dos puntas se conserva, cosida a mano, la zona del pasador para el asta donde se colocaba la enseña. Según los expertos del Museu d´Història de Catalunya y del Centre de Documentació i Museu Tèxtil de Terrassa que la han analizado, esta pieza podría tener un origen gremial y pertenecer muy probablemente a una cofradía agrícola que, en su momento, lo habría utilizado como estandarte para ir a la guerra.
La atribución a un colectivo agrícola se fundamenta, según los técnicos, en la importancia que tienen en la pieza - por su tamaño y ubicación- las imágenes de las hoces, que aparecen a ambos lados de la enseña, o la de la zoqueta (especie de protector de madera para los dedos que se colocaban los campesinos cuando se utilizaba esta herramienta de labranza), que figura en uno de los lienzos del estandarte.
Las cuatro imágenes religiosas que aparecen representadas en la enseña, que fueron pintadas a mano por algún artesano local - dada la escasa calidad artística del trabajo-, son fácilmente identificables y corresponden a Sant Pere y la Mare de Déu del Roser en uno de los lados, y a Sant Llorenç y Sant Antoni de Pàdua, en el otro. Al intentar identificar a qué cofradía podría pertenecer originariamente el estandarte basándose en esta iconografía, los expertos que lo han analizado sugieren, teniendo en cuenta la presencia de Sant Llorenç y de Sant Pere, que tuvo su ubicación en el Vallès Occidental, y muy probablemente en la ciudad de Terrassa.
Los estudiosos también apuntan que el artista que pintó la pieza pudo haber confundido, por desconocimiento, las imágenes de Sant Antoni de Pàdua y Sant Antoni Abat, y dibujó en el guión el primero cuando en realidad era este último al que se consideraba en aquella época patrón de los labradores. Las cuatro imágenes están enmarcadas por un fondo de estrellas - dibujadas con una plantilla y acabadas a mano- y por una guirnalda de flores y hojas que recorre todo el perímetro de la tela.
Las hipótesis de los responsables del Museu d´Història de Catalunya y del Museu Tèxtil sobre el origen del estandarte concuerdan con el informe previo realizado por el experto en vexilología (estudio de las banderas) Josep Porter i Moix. Este apunta en sus conclusiones provisionales que se trataría de un guión de una unidad de dragones, formaciones militares que combatían a pie o a caballo y cuyos estandartes tenían esta misma forma trapezoidal, con dos colas en punta. También señala Porter que seguramente el guión no habría pertenecido a ninguna corporación establecida, pero sí a algún colectivo o gremio del siglo XVII. Resulta difícil poder recuperar con toda exactitud, sin pruebas documentales, la historia y las vicisitudes que ha vivido desde su creación el estandarte ahora descubierto. Sin embargo, son muchos los indicios que lo colocan, según los expertos y los técnicos, como la enseña de una unidad militar de origen gremial agraria que habría participado en la guerra de los Segadors, una revuelta, precisamente, de origen marcadamente campesino.
También parece claro, y así lo recoge el relato oral transmitido entre quienes lo han mantenido oculto durante siglos - entre ellos, Frederic Escofet, militar que se puso a las órdenes de Francesc Macià cuando este proclamó la República Catalana, y que fue nombrado entonces jefe de los Mossos d´Esquadra- su participación en la defensa de la ciudad de Barcelona en el año 1714 como insignia de un batallón de artillería ligera originario del Vallès Occidental. Esta unidad, según ese relato no escrito, habría acudido desde la comarca del Vallès a Barcelona para luchar contra las tropas borbónicas. Desde entonces, había estado oculto, y no ha sido hasta el pasado octubre, coincidiendo con la exposición temporal Catalunya i la guerra de Successió,organizada por el Museu d´Història de Catalunya y que cerró a final de año, que ha podido ser visto en público, aunque sin destacarse la excepcionalidad de la pieza.
Ahora, su último custodio y el museo buscan un acuerdo que permita exhibir el símbolo.
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