El heraldista Faustino Menéndez Pidal y Navascués (Zaragoza, 1924) tiene varios honores en su vida. Uno, haber recibido el Premio Príncipe de Viana en 2011 por su investigación de escudos, sellos y demás emblemas. Otro, menos tangible pero quizá más relevante, es haber desenmascarado una leyenda, la que unía la batalla de las Navas de Tolosa con las cadenas del escudo de Navarra. Menéndez Pidal demostró que esas cadenas surgen como una evolución paulatina desde un sello en el que aparecía el rey Teobaldo I con un escudo de guerra reforzado con una pieza llamada bloca. Conforme pasó el tiempo, el dibujo de esa bloca se fue pareciendo más a unas cadenas cruzadas, dejó de ser un mero elemento del dibujo y se convirtió en emblema de Navarra, sin que la famosa batalla tuviera nada que ver. El escudo es el principal atributo de la bandera de la Comunidad foral, que surgió mucho más tarde, en 1910.
¿Por qué surge la bandera de Navarra?
La relegación de los escudos y la magnificación de la bandera vino por la transformación de la sociedad. La individualidad queda reducida, minusvalorada. La bandera es una indicación de masa, no algo que lleva una persona, como sí lo es escudo. Como con el pensamiento nuevo vale la cantidad, y no la calidad, prima la bandera.
¿Por qué es roja?
Primero, porque es el campo del escudo del Navarra. Pero además hay antiguas leyendas que dicen que los reyes primitivos de Navarra, antes de poner las “cadenas”, tenían un escudo rojo liso. Eso parece que en Navarra no lo sabían cuando Euskadi, tras el pleito que hubo para que quitaran de su escudo las cadenas de Navarra, dejaron rojo un cuartel (una de las zonas en que se divide un escudo). No lo hicieron ingenuamente, pero Navarra se quedó calladita.
¿Cómo fue aquello?
Euskadi sacó un escudo, a partir de los emblemas de las tres provincias vascas, de las francesas y de Navarra. Desde el punto de vista heráldico era un engendro. ¡Si hasta los ordenaban alfabéticamente! En heráldica el escudo de una persona son sus cuatro apellidos, primero, segundo, tercero... no por orden alfabético. Ese escudo mezclaba temas de armería de solera con cosas de antes de ayer. Además, le quitaron lo que no les gustaba: en Vizcaya dos lobos, que olían a Castilla (eran símbolo de una familia castellana y aparecían en el escudo hasta 1986) y en Guipúzcoa la referencia a Enrique IV (la figura de un rey sentado que remite a este monarca castellano, eliminada en 1979),…
Me decía que el concepto de bandera ha cambiado mucho.
Muchísimo. En el concepto antiguo, la bandera era un concepto único, irrepetible. Era ese objeto, no puedes hacer una copia. El concepto moderno es una concepción de colores que puedes hacer grande o chica, o crear 40 copias... Antes era un objeto, ahora es un emblema.
Hablemos del escudo de Navarra. ¿Respeta las reglas heráldicas?
Claro. Es curioso cómo se ha llegado a la explicación del escudo. Es una larguísima historia.
Hágame un resumen, por favor.
Teobaldo (rey de Navarra de 1234 a 1253) no quiso inventar el escudo de Navarra, le salió por chiripa. De cuando llega a Navarra hay documentos que tenían sellos que no se han conservado. ¿Qué pasó? Podemos pensar que los selló como conde de Champaña y que eso en Navarra sentó mal. Le dirían que tenía que hacer como los reyes de España, no como los señores franceses. Y como el Fuero Antiguo le exigía tener un sello para sus mandatos como rey de Navarra, Teobaldo presentó un sello con un escudo de guerra análogo al de su abuelo (Sancho el Sabio). Eso sí, amoldó las maneras gráficas a las formas francesas. Pero aquello era un escudo de guerra con un refuerzo (la bloca), no un escudo heráldico. Un detalle: en los capiteles de la catedral de Tudela hay una pareja de escudos, uno de ellos partido de Navarra y Champaña. La bloca incluye la parte francesa. Es decir, el que los hizo pensó que eso era un refuerzo de guerra, nunca un escudo.
Aquella bloca se convertiría en las cadenas de las Navas de Tolosa.
El Padre Moret, en el siglo XVII, se empeñó en que eran las cadenas y empezaron todos los líos. Aunque el culpable no fue del todo el padre Moret. Hubo otros autores que le advirtieron que aquella explicación no les cuadraba y parece que él dijo que lo corregiría en la segunda edición de sus Investigaciones Históricas de las antigüedades del Reyno de Navarra. Sin embargo, no hubo esa segunda edición. Pero es que la identificación del escudo como bloca es muy difícil. Cuando la estudié, trabajé con los documentos reales, los de la época. Sin embargo, para aquellos estudiosos el acceso a estos testimonios era difícil. Además, que los escudos del siglo XII tenían una bloca hoy parece de cajón, pero es algo que no se aceptó hasta entrado el siglo XX.
Usted desmintió que las cadenas del escudo fueran las de las Navas de Tolosa en el Primer Congreso de Historia de Navarra, en 1986. ¿Tuvo miedo de la reacción?
Mucho (ríe). Pensé que iban a correr. Fíjese, tocar la leyenda de las cadenas.... Pero no pasó nada, se aceptó aunque hay todavía algunos que lo dicen. Ahora bien, ¿por qué las cadenas?
Dígame.
El problema del escudo vino a la hora de dar un nombre a las rayas de la bloca, que ya en tiempo de Teobaldo II se dibujaban con unas bolitas intercaladas. Entonces le dan el nombre de algo a lo que se parece: las cadenas. Los nombres heráldicos tienden a formarse a partir de cosas parecidas, o de algo a lo que recuerdan. Eso después se mezcla con las Navas de Tolosa, donde es cierto que hubo cadenas. No estarían los esclavos, claro, sino que sería un estacado para la que la caballería no pudiera pasar, como una alambrada de hoy.
Ha habido otros escudos en la historia de Navarra. El águila negra que utilizó Sancho el Fuerte...
No es negra. Al menos, no sabemos que lo fuera. Lo que pasaba es que la tinta de los sellos era negra, no tenía color. Hay un indicio, que habrá que darle el valor que sea: Sancho el Fuerte tuvo hijos naturales, los Sánchez de Cascante, que tenían una águila de plata en campo rojo. En todo caso, el águila procede de la familia L’Aigle de Normandía, en Francia. García Ramírez, en el siglo XII, tomó el águila de esa familia y después lo retoma Sancho el Fuerte en el XIII. Es un ejemplo de emblemas de épocas antiguas que perviven no se sabe cómo y brotan más tarde.
Por cierto, ¿por qué triunfó la heráldica en aquel tiempo?
Hubo un sabio suizo, que publicó a principios del siglo XX unos libritos en los que lanzó sin darse cuenta una idea que tuvo repercusión enorme. Vio un bordado que contaba una historia como de tebeo. En aquel tiempo a los soldados no se les veía la cara porque añadían al casco un protector de la nariz, y se lo ponían sobre la cota de malla. Pues bien, la historia esa del bordado decía que en la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador hubo un momento en que los soldados piensan que su jefe no está, hasta que éste se levanta el casco. Este analista pensó, tate, los emblemas se inventan por una necesidad, la de reconocer al rey. Eso tuvo mucho éxito, porque lo de idear un remedio contra la necesidad va muy bien con nuestra mentalidad pragmática.
Sin embargo, no fue así.
Que se emplearan los escudos para eso no significa que se inventaran para eso. En el siglo XIV se crearon otro tipo de emblemas, las divisas. La del príncipe de Viana es como un lazo retorcido, la de Carlos III eran las hojas de castaño, la de los Evreux un lebrel blanco... ¿Tenían necesidad de ello? Ninguna. ¿Qué pasó entonces con los escudos heráldicos? En esos momentos se produce en toda Europa el renacimiento del siglo XI y XII. La gente se abre, se expande, y se nota en las comunicaciones, que son más frecuentes y más largas. Se complica el nombre porque ya hay muchos Rodrigos o Juanes. Empiezan los apellidos, y después la heráldica. No es un invento de ese momento, ya los hubo antes, pero no tuvieron el caldo de cultivo adecuado para alcanzar la masa crítica, esa que hizo que después se conviertan en una moda.
Diario de Navarra