30.9.14
El origen de la bandera pirata, la Jolly Roger, está en un símbolo católico
Pocas marcas han tenido tanto éxito como la calavera y las dos tibias cruzadas con que se han identificado a los piratas. También es un tópico que la piratería se haya acabado asociando, en toda su perversa gloria, como una manifestación más del espíritu emprendedor y libertario moderno y que eso ocurra, especialmente, en el ámbito anglosajón: camisetas, gorras, banderas… hasta corbatas y gemelos… Allí ha merecido una denominación peculiar: Jolly Roger. Los submarinos de la Royal Navy aún la izan al regresar a puerto si han causado víctimas mortales, como ocurrió en la guerra de las Malvinas.
No podemos profundizar en la historia de la piratería sin entender que, ante todo -y parafraseando a Clausevitz-, fue la continuación por otros medios de la política de los imperios en la era colonial. Y que el éxito de su imaginario antiespañol esconde episodios que debemos rescatar ahora. Porque la verdadera historia de la Jolly Roger tiene un origen poco imaginable para el ámbito protestante anglosajón.
Primera aparición
La primera aparición de la bandera se hace constar durante los prolegómenos de laguerra de Sucesión española y se generaliza en la denominada edad de oro de la piratería (1714-1722). El primer registro del avistamiento de la bandera es de 1700 y se atribuye a un buque francés refugiado cerca de Santiago de Cuba y comandado por Emanuel Wynne, especializado en los mercantes ingleses: un pirata según los británicos, según los franceses un héroe. La descripción de la bandera negra con dos huesos cruzados, una calavera y un reloj de arena, la hace el capitán del HMS Poole quien se enfrentó con él en 1701.
¿Se trataba de un símbolo nuevo? Aunque espoleó la imaginación británica, se trataba de un símbolo centenario, utilizado durante generaciones por una de las sociedades más singulares de la historia europea: la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, y de Malta, más conocida como la Orden de Malta. Un símbolo que se repetía en las tumbas de los caballeros fallecidos y también había sido usada en otros lugares asociados al culto católico.
Una de sus más singulares iglesias en España, de origen templario, es la de la Vera Cruz en Segovia. Su planta dodecagonal entre otras muchas singularidades, encierra las lápidas de algunos caballeros. En cada una de ellas aparece este símbolo característico. La calavera y los huesos cruzados se hallan en un gran número de tumbas de la catedral de San Juan en Malta y en cualquier gran templo de la orden.
Corsarios del Mediterráneo
Cuando Rodas cayó en manos del Turco (1522), el emperador Carlos V ofrece a los caballeros de San Juan de Jerusalén la Isla de Malta y otras adyacentes: Comino y Gozo. Malta dependía del Reino de Aragón desde hacía siglos y siguió siendo, más en teoría que otra cosa, un feudo en ese reino español. Fue allí donde los caballeros acabaron por perfeccionar sus habilidades guerreras en su nuevo campo de batalla: el mar, frente al avance turco y a su piratería. Los caballeros de Malta, los monjes del mar, ejercían una suerte de «piratería sagrada» desangrando el imperio turco y protegiendo los intereses cristianos en un mar aparentemente roto para siempre.
Los católicos caballeros de Malta utilizaban el corso contra los enemigos de la religión en el Mediterráneo pero… ¿llegaron a tener actividad en el Atlántico contra los piratas ingleses y holandeses que se vinculaban a las herejías protestantes?
La capacidad de las carracas y el poderío de la orden en el Mediterráneo transformó los horizontes de las carabelas atlánticas portuguesas. Y en 1700 la orden desarrollo una división de navíos. Intervino ocasionalmente contra las herejías de la Reforma, su galeón prestó ayuda contra los hugonotes de La Rochelle, e intentaron abrir bases en el Caribe adquiriendo las islas de San Cristóbal y Nieves, en lo que fue una interesante y poco conocida aventura a mediados del siglo XVII…
Al margen de cualquier corso, grandes caballeros de Malta sirvieron como soldados en América y Asia, de hecho fueron la gran pesadilla inglesa en el mar: Pierre André de Suffren, Francois de Grasse (decisivo en la independencia de EE.UU. con una armada financiada por España), Jorge Juan, Antonio Valdés, Malaspina, Bucareli... Tal vez por ello, tras las guerras napoleónicas Inglaterra se apodera de Malta y jamás la devolvería a sus caballeros.
La Jolly Roger está evidentemente vinculada con un símbolo que utilizaba la Orden de Malta en los sepulcros, aunque nunca fue su bandera. Queda demostrada su vinculación con actividades corsarias en el Mediterráneo. Y la actividad de miembros de la orden al servicio de España y de Francia en el Atlántico, así como su papel sobresaliente en los conflictos navales frente a Inglaterra. Que un caballero pudiera haber participado en actividades de corso en el Atlántico contra intereses británicos es mucho más que probable y que hubiera usado como pabellón una referencia a la propia muerte como tal caballero parece casi evidente.
Guerra de Sucesión española
Resulta sospechoso que el símbolo se generalizase precisamente durante la guerra de Sucesión española y en el corso contra buques ingleses, esto es cuando se enfrentan las monarquías católicas contra los Estados protestantes, británico y holandés, en el Atlántico, cuando además el gran maestre era un valenciano. Que otros piratas, ajenos completamente a la orden de Malta, con una lucidez propia de saqueadores imitasen una enseña que les parecía transcendente e intimidatoria, es del todo lógico.
Sigamos el curso del nombre de la bandera. Daniel Defoe, en su «Historia general de los piratas», segunda edición de 1728, dice que la denominación Jolly Roger la dio el capitán Francis Spriggs, un modesto pirata otra vez de presas inglesas. Francis Grose, en su «Diccionario Clásico de la Lengua Vulgar» (1811), cita la Jolly Roger como expresión de puro «slang». A comienzos del siglo XIX algunos dichos populares contenían la palabra «jolly», entre ellas «jolly head», cabeza loca, o alegre. Es probable que el nombre de la bandera fuese una ironía sobre la anterior expresión, dirigida contra el despreciado gobernador de Bahamas Woodes Rogers.
Los Estuardo y la piratería
En el siglo XIX el fenómeno pirático transmuta el asesinato y el robo y los camufla con otros mimbres en los orígenes de la democracia moderna, a través de recreaciones alucinatorias como la Cofradía de los Hermanos de la Costa, que por supuesto Exquemelin, el célebre cirujano reconvertido en bucanero que desveló en el siglo XVII la vida pirática en el Caribe, no cita.
También vinculada con el catolicismo, y con un casi desconocido protagonismo en la piratería del Caribe, fue la expulsión de los Estuardo del Trono de Inglaterra. La larga pugna mantenida por los defensores de esa tradición dinástica de adhesión católica nos lleva a muchos piratas de Bahamas y de New Providence, especialmente los adheridos a la llamada Flying Gang, que aglutinaba a más del 50 por ciento del negocio en la región, que se declararon a favor del Rey en el exilio. Y muy destacable es la figura de George Camocke, uno de sus oficiales navales, que acabó siendo vicealmirante en la Armada Española. Camocke se propuso organizar la piratería jacobita en el
Caribe y ocupar Bermudas para los Estuardo.
Desde la historiografía inglesa se ha tratado de desfigurar esta actividad jacobita en el Caribe señalando sus vínculos con corsarios ingleses que actuaban contra España, como Henry Jennings, un nombre que desaparece de la escena en 1716. Pero es justo al año siguiente, en 1717, cuando se dispara la actividad de los piratas jacobitas. Toda la piratería de Bahamas y de New Providence se orienta en su favor. Ese año Samuel Bellamy captura el galeón inglés Whydah. También Edward Teach (Barba Negra) siembra el terror en las costas de las colonias británicas en América. Al mismo tiempo, Edward England, irlandés de origen, redirige su actividad hacia la ruta de la compañía inglesa de las Indias Orientales. Y Christopher Moody se dedica a hostigar las costas de Virgina, colonia inglesa.
Lo que está claro es que urge una revisión profunda de los elementos ideológicos asociados a la piratería.
La enseña de Lope de Aguirre
Caso aparte, la primera bandera negra con dos espadas cruzadas de color rojo sangre la enarbola Lope de Aguirre en su rebelión contra el imperio español en 1561. Por otra parte, con respecto a la Jolly Roger, el historiador y marino Fernandez Navarrete distingue en el XIX dos banderas piratas: bandera de sangre, la encarnada, que ademas de la nacional, suelen izar para indicar su decisión «á batirse hasta el último extremo». Y bandera de muerte: la negra que antecede a los abordajes.
ABC
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1 comentario:
Muy buen artículo, estimado José Manuel
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