¿Qué misterio nos revelan las frases pintadas sobre la “Bandera de San Francisco”?. ¿Cuánto mide la “Bandera de San Francisco”?. Las medidas de otras banderas de la época. El excesivo tamaño de las banderas de Macha, Ayohúma y San Francisco.
La sorpresa más impactante que tuvimos cuando contemplamos la Bandera del Templo de San Francisco fue descubrir las leyendas que habían estado escondidas durante años, debajo de los pliegues que ocultaban las franjas celestes de esa enseña argentina.
En efecto, la “Bandera de San Francisco” es, tal vez, el emblema argentino más antiguo que existe. Durante años todos creíamos que llevaba pintadas, en letras doradas mayúsculas en negrita, en un formato similar al “Times New Roman”, con una altura de alrededor de diez centímetros, sobre su franja central blanca, las siguientes únicas palabras, en dos líneas horizontales: TUCUMAN y 1814. Por haber estado, siempre, exhibida al público, esas porciones y ocultos, a la vista de todos, los extremos celestes de la Bandera.
Grande fue nuestra impresión cuando aparecieron, ante nuestros ojos, los resquebrajados fragmentos celestes de las franjas externas de la “Bandera de San Francisco”, exhibiendo, al descubierto, más frases que nos revelaban porciones insospechadas sobre el pasado de este emblema.
Efectivamente, sobre la porción superior celeste del paño emergían los inconfundibles rastros de la siguiente leyenda que, en semicírculo naciente, había sido pintada, también en letras doradas mayúsculas: “A LA ESCUELA DE SAN FRANCISCO”.
Sobre la franja celeste inferior, se observa, inmediatamente debajo del año “1814” (que está pintado sobre un renglón imaginario inferior de la franja central blanca), otra palabra, en mayúsculas: “DONO”, y lo que pareciera ser un pequeño acento sobre la “O” final. La originaria pintura dorada debió haber tenido, aparentemente, un componente corrosivo que ha calado la tela celeste, quedando un agujero donde debió haber estado la letra “D”, pero dejando, de todos modos, la huella inconfundible de la misma. Las demás letras (“ONO”), han perdido totalmente su coloración originaria dorada; y sólo quedan restos más finos negros, que nos revelan de qué letras se trata. Lo que pareciera ser el acento, también presenta rasgos oscuros. Aparentemente, y quizás por haber coincidido esta inscripción con alguno de los pliegues que, durante años, mantuvo a la Bandera, doblada, el color dorado se ha caído, y quedado, en su lugar, un componente oscuro de la pintura.
Sobre el mismo extremo celeste inferior de la “Bandera de San Francisco” se pueden apreciar, con letras mayúsculas doradas de mayores dimensiones, otra leyenda, en un semicírculo cerrante: “DON BERNABE ARAOZ GOBERNADOR”.
La información que nos revela sus leyendas
¿Qué información valiosa nos brindan estas leyendas?. En primer lugar, que nuestra “Bandera de San Francisco” fue donada por quien era, en 1814, Gobernador de la Provincia de Tucumán, don Bernabé Aráoz, a la Escuela de San Francisco. Es decir, que se trató de la primera bandera de la que hay registros, en la historia, que se destinó a la primera escuela argentina, como lo veremos en esta saga.
¿Significa ésto, por ventura, que el origen de esta Bandera se remonta, necesariamente, al año 1814?. Para nada. Sólo significa lo que acabamos de expresar. Es decir, que esta Bandera fue donada a la Escuela de San Francisco por quien, en 1814, fuera Gobernador de la Provincia de Tucumán, y héroe de la Batalla del Campo de las Carreras, don Bernabé Aráoz.
Pero volvamos al relato de mi experiencia al haber, primero, accedido al claustro franciscano, con mi hermano Horacio (arqueólogo e investigador), donde fuimos recibidos por el guardián de la orden franciscana en Tucumán, fray Marcos Porta Aguilar y la restauradora Lic. Cecilia Barrionuevo. Después de introducirnos a la habitación que guardaba el paño, a la espera del inicio de los trabajos de restauración, y de descubrir, para nosotros la Bandera, quedamos impresionados por sus enormes dimensiones, la coloración exacta de sus extremos y las leyendas que, durante años, se ocultaron de la vista de todos.
¿Cuánto mide la “Bandera de San Francisco”?
Al llamarnos la atención sus dimensiones, pedí autorización a fray Marcos para medirla, a lo que el mismo accedió muy amablemente, suministrándonos, de inmediato, una cinta métrica. La “Bandera de San Francisco” tiene las siguientes dimensiones aproximadas (porque al estar muchas de sus partes resquebrajadas, no existe la posibilidad de tomar sus medidas, en forma exacta): dos metros noventa centímetros (2,90 mts.) de largo por un metro con ochenta y dos centímetros de ancho (1,82 mts.). Es decir, casi tres metros de largo por dos de ancho.; lo cual representa una proporción cercana a los 2:3.
De buenas a primeras, luce enorme, en comparación con las otras banderas que conocemos hoy en día. Sobre todo si comparamos las dimensiones de la “Bandera de San Francisco” con las banderas escolares; pues no nos olvidemos que se trataba de una bandera de escuela. Ahora bien, ¿cómo son las dimensiones de la “Bandera de San Francisco” comparadas con las otras, de su época, que han llegado hasta nosotros?. La “Bandera de Ayohúma”, que se exhibe en el Museo Histórico Nacional mide 2,32 m x 1,53 m (una proporción también cercana a los 2:3). La “Bandera de Macha”, que se conserva en Sucre, mide 2,30 m x 1,56 m (también, en una proporción de 2:3).
Las medidas de otras banderas de la época
Entre los realistas, podemos citar a una de las banderas rectangulares tomadas en la Batalla de Tucumán, la que se atribuye a un batallón de infantería del “Regimiento Real de Lima”; y que se conserva, también, en el Museo Histórico Nacional. Esta enseña colonial española mide 2,05 m x 1,52 m (una proporción cercana a 3:4). Como ejemplo de emblemas de gran tamaño, tenemos las banderas rojigualdas españolas que flameaban sobre la Real Fortaleza de Buenos Aires. De acuerdo a constancias documentales que han llegado a nosotros, del año 1807, las mismas alcanzaban a medir 14,21 m x 7,11 m, (en una proporción de 1:2 aproximadamente).
Con esto queremos significar lo siguiente: las banderas que flameaban en las fortificaciones costeras debían tener, en razón de su destino, unas dimensiones considerables, para poder ser apreciadas desde la lejanía, por los distintos navíos que se aproximaran a la costa. Hoy en día, en una plaza lindera con la Casa Rosada (justo en el lugar donde antes se erigía el Fuerte de Buenos Aires) se enarbola, a diario, una Bandera Argentina de enormes dimensiones, que se puede divisar a gran distancia. Durante la colonia, flameaban gigantescas banderas navales españolas (rojigualdas; es decir, la actual divisa de la Madre Patria), en esa fortaleza. Las mismas alcanzaban a medir, aproximadamente, catorce metros de largo por siete metros de alto. La proporción de este tipo de divisas, era de 1:2; es decir, el largo era aproximadamente dos veces su alto. Esta proporción se mantuvo, en la historia, aún cuando las rojigualdas se reemplazaron por las Enseñas Patrias. Existe un conocido cuadro pintado por el artista Emeric Essex Vidal, en 1816, titulado: “Fuerte de Buenos Aires, Rivera Norte” (ilustración), donde se aprecia una enorme Bandera Argentina, flameando sobre la fortaleza porteña. Su altura es aproximadamente, la mitad de su largo.
Ahora bien, las dos banderas patrias que se conservan, contemporáneas a la de San Francisco: la de Ayohúma (exhibida en el Museo Histórico Nacional, de Buenos Aires) y la de Macha (conservada en Sucre, Bolivia), tienen, todas ellas la misma proporción, en sus tamaños; que es de 2:3. Es decir, dos medidas de alto por tres de largo. Las Banderas de Macha y de Ayohúma tienen dimensiones similares: de alrededor de un metro y medio de alto por dos metros treinta centímetros de largo.
Sobre el particular comentan los estudiosos Guillermo Palombo y Valentín Espinosa: “La bandera conservada en Sucre… y la que se exhibe en Buenos Aires… por su gran tamaño, mayor que las portátiles, completamente inadecuada para bandera de guerra (de tropas, portátil, como lo era la bandera del Ejército Auxiliador del Perú), por la dificultad de conducirla a pie en marchas prolongadas y por la imposibilidad de hacerlo a caballo, particularmente en un terreno tan áspero como el del Alto Perú, son más apropiadas para ser enarboladas en un mástil, colocadas en una torre o desplegadas en el frente de un edificio…”.
El excesivo tamaño de las banderas de Macha, Ayohúma y San Francisco
En efecto, las dimensiones de estas banderas las hacían excesivamente grandes para servir como enseñas de unidades del ejército. Muy poco prácticas para transportarlas, encabezando las columnas, o para desplegarlas en plena batalla. Tal vez ambas se utilizaron para embanderar edificios de Macha, que, ante la derrota de Ayohúma, hubo que evacuar rápidamente y ocultarlas en la capilla de Titiri, donde fueron encontradas más de setenta años después. Pudieron no haberse tratado de banderas del Ejército del Norte, que se batiera en Ayohúma; ya que no existen registros de que Belgrano ordenara ocultar ninguna bandera. Muy por el contrario, todos los testigos presenciales señalan que, ante la adversidad, el general patriota ordenó hacer ondear la Bandera del Ejército en una loma cercana, para reagrupar a los soldados dispersos por la derrota. Y con todos ellos, en perfecto orden, dispuso la retirada hacia Potosí; siempre encabezados por la Bandera.
Volviendo a la “Bandera de San Francisco”; observamos que la misma, guardando la misma proporción que sus otras insignias contemporáneas, mide alrededor de treinta centímetros (30 cm) más de alto, y sesenta centímetros (60 cm) más de largo que las otras. Es decir, que tiene alrededor de un treinta por ciento (30 %) más de superficie que las banderas de Macha o de Ayohúma. Si ya expresamos la gran dificultad que significaba, para entonces, portar las enormes Banderas de Macha o de Ayohúma por soldados abanderados, en medio de una batalla (máxime en la accidentada puna y las quebradas del Altiplano), mucho más difícil sería hacer portar una enseña un 30 % más grande, como lo es la de San Francisco, por niños en edad escolar. En consecuencia, esta Bandera debió haber sido utilizada en mástiles, colgada en algún balcón o ventanal, fijada al frente del edificio escolar, así luciera plenamente sus leyendas, o bien llevada a los actos públicos, entre varias personas, sin abanderados, sino simplemente, sosteniendo el paño, con sus manos, desde la franja superior celeste, tal vez doblada, ya que la altura de la enseña, totalmente desplegada, es también importante (1,82 m.). Otra posibilidad es que se la izara en algún mástil, durante las festividades públicas y no se paseara. Ahora bien, ¿cuál es la dimensión de cada una de las franjas que componen la “Bandera de San Francisco”?. ¿Respeta la actual uniformidad de dimensiones que hoy conocemos en nuestra enseña oficial?.
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