Decía el archivero, en su introducción, que "sublime es, ciertamente, la historia del Pendón Xerezano". Y tan sublime, pues después de leer a tan docto archivero, viene uno a la conclusión de que sobre dicha bandera o estandarte son muchas las falsas historias que se han dicho y escrito; en los últimos tiempos, sobre todo, fantaseando con el que se llamó, en su tiempo, 'Rabo de Gallo', que dejó de existir hace muchísimas décadas.
Para nosotros no caer en los mismos errores que otros historiadores, vamos a ceñirnos por completo al texto de la verdadera historia del pendón, escrita por Agustín Muñoz, si bien extractándola al máximo posible. Y empezamos por decir que el primero de todos los que la ciudad tuvo, que fueron varios, fue el que su conquistador Alfonso X el Sabio le diera, en el año 1255, y confirmado por el mismo rey en 1264, conjuntamente con las armas de su escudo de las olas del mar, orladas de castillos y leones; siendo el propio rey sabio quien explicara su valiosa significación heráldica.
El uso de este primer pendón debió durar hasta ganarse el de Benamerín, el año de 1340, en la batalla del Salado, "si bien algunos historiadores - dice Muñoz Gómez - aseguran se sacó el de Alfonso el Sabio, hasta 1405. Este segundo pendón, ganado a los moros, en el Salado, fue el que históricamente los jerezanos hemos conocido como el 'Rabo de Gallo', cuya tela o lienzo flameante diera Alfonso XI a Xerez, y el asta a la ciudad de Lorca, pues fue ganado en dicha batalla, al mismo tiempo, por el adalid jerezano Aparicio de Gaitán y por el caudillo lorqueño Juan de Guevara.
Este pendón morisco fue depositado en el templo de Santiago; durando sus servicios hasta 1470, en que a instancias del alférez Pedro de Sepúlveda se comisionó a Ramón de Estupiñán, para que trajese uno nuevo de Venecia, como así lo verificó. Pero, como dice el archivero Agustín Muñoz, la vida de esta tercera jerezana enseña fue corta, pues en 1483 perdiose en el desgraciado sucesos de las Axarquías, en que fueron cautivos el Corregidor, el alférez que llevaba el Pendón de Venecia, llamado Alfon González de Arévalo y varios caballeros veinticuatros y jurados.
A causa de esta desgracia, volvió a sacarse de nuevo, para las correrías y batallas, el Pendón 'Rabo de Gallo', aunque el historiador sospecha que aún debía de conservarse el primitivo, dado por Alfonso el Sabio, que se encontraba bastante deteriorado ya, en tiempos de Enrique III, "y consumido luego en algún paraje o depósito que ningún escritor menciona". Más o menos lo mismo que ha ocurrido con el que ahora se ha perdido .
Dice Agustín Muñoz que "estos nuevos servicios del 'Rabo de Gallo' aceleraban por día su deterioro; y por eso, en 1489, viéndolo ya bastante gastado y rasgado los caballeros veinticuatro y jurados acordaron hacer uno nuevo, que fuera encargado a Polo, mercader de Génova y al bordador Fernando de Santa Cruz, cuyo coste ascendió a 3.896 maravedís. Este cuarto pendón, también se depositó en Santiago, sacándose alternativamente con el 'Rabo de Gallo', el cual "para conservación de un recuerdo tan precioso, y que simboliza para Xerez inmensas glorias, consta había sido renovado también en 1484, con nueva tela, y bordado con las armas reales en el centro, y en los extremos las de la ciudad, y depositándose desde aquella fecha en la Iglesia Mayor - la Colegial, hoy Catedral - donde durante muchos años se custodiaba.
Dice al docto autor de esta historia, en cuya fuente hemos bebido para este artículo, que el "cuarto pendón tuvo así mismo desgraciada suerte, pues perdiose en Cádiz, en 1596, cuando el saqueo de los ingleses, ignorándose su paradero". Por merced concedida en 1485 por los Reyes Católicos, el viejo e histórico pendón 'Rabo de Gallo' solo podía salir, a partir de esa fecha, "con la Ciudad en pleno, pero no en contrario caso".
Los distintos pendones que tuvo la ciudad, aparte de ser llevados en las distintas batallas y correrías contra los moros, se utilizaban principalmente cuando el Ayuntamiento salía corporativamente, bajo mazas, en la procesión cívico-religiosa el día del Patrón San Dionisio, cada 9 de octubre, y también para ser llevado al Real Alcázar, para alzarlo como pleito homenaje, cada vez que en España se nombraba un nuevo rey; como ocurrió - por ejemplo- con el nombramiento de Enrique IV, en 1454, y con otros reyes.
Según los acuerdos capitulares inéditos, con los que Agustín Muñoz enriquece su magnífica y bien documentada historia, sabemos que además del verdadero Pendón, existía otro, copia del mismo, de menor tamaño, y más fácil de llevar a caballo, como enseña, en las guerras contra los infieles, ya que en las largas jornadas a caballo, el grande era muy molesto de llevar y mucho más pesado, y que se sacaba en los rebatos. Como dice Muñoz, en 1483, "la ciudad tenía ya dos pendones; uno grande, que se reservaba, y era el antiguo, y otro pequeño, para los rebatos y guerras, aunque no siempre se llevaba éste."
En otra de sus notas a pie de páginas, el autor de la verdadera historia de los pendones jerezanos, nos dice que al antiguo, llamado 'Rabo de Gallo', se le denominó oficialmente 'Pendón dorado' o 'Pendón real', a pesar de que el vulgo nunca dejó de llamarle con tan curioso nombre, "por las trece lunas o roeles bordados de oro, que de lejos parecían plumas de cola de gallo".
Diario de Jerez