CARLOS ÁLVARO/
DE la manifestación del sábado en Madrid me quedo con un detalle, dirán que es insignificante, pero a mí no me lo parece y me causa cierta desazón. No es otro que la utilización de la bandera de España para defender causas, reivindicaciones, cosas, que no son las de todos los españoles. Las pancartas, los lemas, las consignas -también las banderas- son consustanciales a toda manifestación, a todo acto de protesta, pero no es muy normal que para disparar contra la política de un Gobierno español se utilice el símbolo que, en teoría, debe unirnos a todos. Esto lo hace mucho la derecha cuando sale a la calle o gana unas elecciones: saca la bandera de España, la vigente, y se la restriega al adversario político en la cara; además, no se qué pinta la enseña nacional en una manifestación por una educación mejor. Parece que estemos jugando a quién es más español que quién, cosa que lamento profundamente porque deriva de una anomalía histórica que nos persigue de por vida. Hace unos días escribía aquí mismo que siempre hemos andado arrojándonos el nombre de España a la cabeza, o sea, a 'españazo' limpio, y así nos va. Luego decimos que hay que ver, que en Francia y en Estados Unidos van todos a una y que aquí cada uno por su lado.
El Norte de Castilla
1 comentario:
El problema no es sólo el uso partidista que la derecha hace de la bandera de España, sino que una buena parte de la izquierda sigue viendo a la rojigualda como sospechosa de centralismo, franquismo, patrioterismo, etc.
Mientras la izquierda no asuma que la bandera roja, amarilla y roja es el símbolo de todos los españoles, independientemente de su ideología y de su lugar de nacimiento y residencia, estará dando pie a la derecha a apropiarse de ese espacio que dejan vacío bajo los pliegues del paño bicolor
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