La ciudad ha hecho suya la enseña creada en 1845 para los buques mercantes, pero el Ayuntamiento no la ha adoptado de manera oficial
03.05.09 -
TERESA ABAJO | BILBAO
Los bilbaínos viven con intensidad sus colores, y estos días de manera especial, pero ¿dónde está escrito que la bandera oficial de la ciudad es la que todos hemos visto desde niños? En realidad sólo hay constancia de un documento, la Real Orden del 30 de julio de 1845, que contenga la descripción de la enseña, y su objetivo no era crear un símbolo sino identificar los barcos mercantes para diferenciarlos de los de otras provincias marítimas. La insignia que ondeaba en el tope mayor de aquellos buques fue adoptada por el Ayuntamiento hacia 1895, pero nunca llegó a aprobar un acuerdo que lo ratifique. ¿Debería hacerlo ahora?
Es la cuestión que ha planteado al alcalde el portavoz socialista, Txema Oleaga. El vexilólogo Juan José González, uno de los pocos vizcaínos expertos en esta disciplina, le puso sobre la pista. «Me interesó el tema y le pedí que me remitiera documentación», recuerda el edil. El grupo socialista hizo una consulta al secretario general del Ayuntamiento para comprobar si en algún momento se había adoptado un acuerdo plenario sobre este asunto, pero, tras revisar en el archivo foral las actas anteriores a 1900, no se ha localizado ningún documento.
Bilbao hizo suya la contraseña marítima y la llevó tierra adentro para coronar sus actos públicos. Juan José González cree que el espíritu liberal de la villa llevó a los munícipes a inclinarse por esta bandera frente a las que se habían utilizado hasta entonces, siempre en rojo y blanco. La más extendida, la del Consulado, con la cruz de San Andrés, «se parecía demasiado a la que utilizaban las tropas carlistas» y, en una ciudad que había resistido tres asedios, «resultaba un poco molesta», explica. La bandera blanca «con un dado rojo superior junto a la vaina» inició su reinado a finales del siglo XIX y ahora ocupa, más que nunca, su trono, sobre un mástil de veinte metros de altura en la plaza Erkoreka.
Para el aniversario
Allí permanece desde hace un año, cuando el Ayuntamiento izó la bandera española sobre la balconada en cumplimiento de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. La decisión de Azkuna de colocar una enseña local doce veces mayor que las de España y Euskadi dice tanto de la personalidad del alcalde como del arraigo de este símbolo de la ciudad. Nadie discute su legitimidad, pero lo cierto es que a la historia de la bandera de Bilbao le falta un papel. «Sería bonito que el Ayuntamiento la adoptara con la debida solemnidad», afirma Oleaga. El portavoz socialista propone que el acuerdo se haga coincidir «con el aniversario de la fundación de la villa», el 15 de junio, en un acto simbólico que enarbolaría el orgullo de Bilbao.
Consciente de que el estandarte de la ciudad «no es de un solo partido ni de una sola persona, sino de todos», el concejal ha enviado una carta al alcalde para dejar la iniciativa en sus manos. El primer paso sería convocar una junta de portavoces. «Se puede hacer si hay muchas ganas, pero creo que no hace falta ninguna ratificación», dice Iñaki Azkuna. «La historia a veces se hace por la costumbre, por la constancia de las gentes, que llega a ser ley».
A principios del siglo XX «hubo alguna discusión en el pleno sobre el uso del color carmesí, del Señorío de Vizcaya, o de las aspas de la cruz de San Andrés», pero la bandera marítima ha representado fielmente a la ciudad «en la república, la dictadura y la democracia». Es anterior a la ikurriña -que se hizo oficial en 1936 a propuesta del socialista Santiago Aznar, consejero de Industria en el gobierno de Aguirre y concejal en Bilbao- y también al Athletic, que abrazó sus colores. El alcalde siempre se ha definido como «poco banderero», excepto si se trata de la de Bilbao. «Me gusta mucho, y, aunque no me gustara, la quiero», concluye. En eso coincide con Oleaga.
El Correo Digital
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1 comentario:
En 1895, y en la guerra civil de 1872-1876, la bandera carlista era la rojigualda (y la liberal también). Pese al despistado mito moderno, los del pretendiente carlista Carlos VII no empleaban la enseña blanca con el aspa ecotada roja, y casi todas las banderas reglamentarias de las tropas regulares liberales llevaban un aspa roja de Borgoña de mayor o menor lustre, p.ej. las rojigualdas regimentales del modelo de diciembre de 1843, vigente hasta abril de 1931. Se conoce el catálogo de la colección personal de banderas del tal Carlos VII. Es un mar de rojigualdas. Ninguna condecoración carlista de la guerra de 1872 luce la cruz de Borgoña. Ni en el anverso, ni en el reverso, ni en la cinta. Respecto a la guerra de 1833-1840, bastará con describir una bandera batallona reglamentaria de la infantería de línea de la Reina Gobernadora: blanca y con un aspa roja ecotada rematada en cada extremo por el escudo o emblema del regimiento. ¿De dónde saca Juanjo González que hacia 1895 el antiguo pabellón de los veleros del Consulado de Bilbao (1511-1829) podía parecer carlista?
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