De una manera similar a lo que hoy representa una bandera, el pendón era el símbolo del rey en el Ayuntamiento de la ciudad y encabezaba los actos públicos. Cada monarca tenía el suyo propio, así que cuando murió Carlos III se estipuló que la pieza se enviara al padre corrector del convento de la Victoria para que allí se conservase, según relatan Francisco Cabrera y Manuel Olmedo Checa en el libro Málaga a finales del siglo XVIII. Desde entonces, el pendón ha permanecido casi en el anonimato y ha sufrido graves deterioros. Ahora, la Fundación Málaga va a financiar su recuperación, que será llevada a cabo por el bordador malagueño Juan Rosén, que ya ha recibido el encargo de la restauración.
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El paso del tiempo y, quizás, el olvido han provocado que la pieza se encuentre en mal estado, en un visible deterioro, con los bordados de plata muy ennegrecidos. Sin embargo, "existen los elementos de comparación necesarios para dejarlo en perfecto estado, ya que este símbolo se ha reproducido en muchos otros formatos, como cuadros, grabados...", comenta el director de la Fundación Málaga, que ve el pendón como "un valor artístico en sí mismo".
Otra de las particularidades del Pendón de Carlos III es que, según han podido saber los autores del libro Málaga a finales del siglo XVIII, se conservan en España muy pocas piezas de la época, lo que le otorga a ésta una singularidad mayor. "El pendón era un elemento que dejaba de ser útil, ya no tenía función institucional y por ello no todos se han conservado", subraya Pedro Martín-Almendro. (...)
Málaga Hoy
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