El informe encargado a un vexilólogo recomienda que se atifique con un acuerdo plenario
TERESA ABAJO | BILBAO
La bandera de Bilbao está firmemente arraigada en el mástil de la plaza Erkoreka, que la eleva a veinte metros de altura, y en la mente de los ciudadanos. Sin embargo, no se ha podido encontrar ningún documento que deje constancia de que esta es la enseña de la villa. «Quizá existe ese escrito, pero nunca ha aparecido», explica el vexilólogo Juan José González. El experto ha elaborado un informe a petición del área de Alcaldía, con lo que se inician los trámites para que el Ayuntamiento adopte este símbolo de manera oficial. El siguiente paso sería alcanzar un acuerdo plenario de marcado carácter simbólico.
La ciudad ha hecho suya la contraseña marítima que utilizaban los barcos mercantes en el siglo XIX para identificar las diferentes provincias, como luego ocurrió con las matrículas de los coches. Fue descrita en una real orden el 30 de julio de 1845, junto a todas las demás, con los colores del apóstol Santiago, el patrón de la villa, que tanto han calado en los bilbaínos. A finales del siglo XIX ya se utilizaba en los actos oficiales y nadie discute su legitimidad, aunque a su larga historia le falta un papel. El secretario general del pleno revisó las actas anteriores a 1900 que se guardan en el archivo foral y no halló rastro de un acuerdo que ratifique que la bandera blanca «con dado rojo superior junto a la vaina», tal como la describía la real orden, es la que representa a Bilbao.
La consulta se realizó a petición del grupo socialista, que planteó al alcalde la conveniencia de dar rango oficial a un símbolo «de todos los ciudadanos». En un primer momento Azkuna no vio la necesidad de ratificar lo que ya está comúnmente aceptado. «La historia a veces se hace por la costumbre, por la constancia de las gentes, que llega a ser ley», declaró entonces. Sin embargo, los responsables municipales han decidido profundizar en este asunto. Como primer paso, el gabinete técnico de la Alcaldía ha encargado un informe a Juan José González, delegado en Euskadi de la Sociedad Española de Vexilología.
El caso donostiarra
El experto asegura que sólo es necesario un acuerdo plenario para refrendar la tradición. Si se quisiera a adoptar una enseña diferente o recuperar una que ha caído en desuso, el proceso sería más largo y debería pasar por las Juntas Generales, que suelen dedicar el último punto de los plenos a la aprobación de escudos y banderas. Pero el caso de Bilbao es más sencillo. Aquí no se aplicaría la norma foral sino la Ley de Medidas para la Modernización del Gobierno Local que entró en vigor en 2003, y que atribuye la competencia a los propios concejales.
Es un trámite sin complicaciones que, para el vexilólogo, está lleno de significado. «Si todo el mundo está de acuerdo, ¿por qué no dejar por escrito que esta es nuestra bandera?», dice. El equipo de gobierno aún no ha anunciado si seguirá su recomendación, aunque los dos grupos de la oposición son partidarios de dar este paso. Oleaga pide que se haga «con solemnidad y con el máximo consenso, porque en Euskadi hay pocas cosas que conciten un acuerdo general». El de la villa no es un caso único. La enseña de San Sebastián, que es igual que la de Bilbao con el cuadrado azul, sólo tiene oficialmente once años de vida. En su origen también fue una contraseña marítima y durante el siglo XIX compartió protagonismo con otros dos símbolos. Finalmente resultó elegida para representar a los donostiarras tras realizar consultas a varias entidades, y la Diputación la ratificó con un acuerdo en noviembre de 1998.
El Correo Digital
El Correo Digital
No hay comentarios:
Publicar un comentario