Resulta gratificante contemplar la exhibición de banderas sin ningún temor o prejuicio. Cuando se enarbola con orgullo y sin que nadie recrimine nada. Y qué armonioso es contemplar la comunión de enseñas de distintos países en celebraciones tan exentas de sello político -de partido- como ha sido la presencia del Papa Francisco enla Plaza de San Pedro en ese baño de masas que tuvo mientras se dirigía a la basílica del Vaticano para celebrar la misa de inauguración de su pontificado.
La marea multicolor que rodeaba al pontífice conformaba una estampa singular. Cada ciudadano del mundo ondeaba su enseña con fruición y para testimoniar su presencia en ese emblemático espacio ceremonial y en un acto tan simbólico para todos los católicos como es el inicio del pontificado de un nuevo líder de su iglesia.
Pocos acontecimientos pueden enorgullecerse de reunir semejante variopinta representación de adeptos que participan en los mismos y que lo hacen con total libertad de mostrar sus signos identificativos en una explosión de euforia y adhesión. En estos casos cobra especial relevancia el significado vexilológico de cada enseña, pues aparte de implicar un acto de afirmación de su propio país, se universaliza en un contexto global como es, por ejemplo, la emblemática plaza de San Pedro en la ciudad eterna.
En otra ocasión hemos comentado que un ámbito como el deportivo, provoca también una euforia vexilológica y nadie tiene reparos en salir a la calle portando una enseña nacional que flamean por las calles. Eso si, sólo sucede en acontecimientos específicos y pasada la euforia, se guardan las banderas.
Pues bien, estampas como la que describimos, nos tienen que ayudar a reflexionar que un signo tan identificativo como es una enseña, no pertenece a nadie en concreto, sino a la comunidad, al territorio o al país que ostenta su titularidad y que ha regulado su uso y sus ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a manifestarse con ese elemento emblemático, pues con ello solo están ejerciendo la facultad que tienen de exhibir algo que también es suyo.
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