31.3.13

La guerra de las banderitas

NEUS VIDAL Barcelona 31 MAR 2013 - 00:11 CET

La Delegación del Gobierno en Cataluña y algunos Ayuntamientos mantienen desde hace meses un pulso a cuenta de las banderas izadas en los edificios consistoriales. La exdiputada autonómica del PP y ahora delegada, María de los Llanos de Luna, inició el año pasado una cruzada contra los municipios que no situaban la rojigualda en un lugar preferencial del edificio, acompañando a la senyera y a la insignia municipal. El resultado conocido de todo ello han sido al menos 35 denuncias y decenas de requerimientos a los alcaldes que se niegan a izar la bandera española.

Llanos de Luna, que mantiene una gran amistad con la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, se ha convertido en una suerte deenfant terrible para los Ayuntamientos con alcaldes nacionalistas que intentan evitar con todo tipo de argucias legales la exhibición de la bandera española en un lugar destacado del Ayuntamiento.

La cifra de 35 denuncias interpuestas corresponde a la contabilidad que ha hecho la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), pero podrían ser más. La razón es que ni la Delegación del Gobierno informa de las denuncias que presenta ni todos los alcaldes lo comunican a la AMI.

Un grupo de representantes municipales de Lleida ha llegado a pedir por carta a la presidenta del Parlament, Núria de Gispert que les ampare ante lo que consideran un proceso de “acoso” por parte de Llanos de Luna. El escrito, firmado por seis y alcaldes y siete presidentes de consejos comarcales, explica que la delegada está orquestando “una campaña planificada” contra las corporaciones locales mediante requerimientos y denuncias. Se trata de un sentimiento que se extiende a muchos otros Consistorios catalanes. El último Ayuntamiento que se ha negado a cumplir con el requerimiento ha sido el de Castellfollit de la Roca (Garrotxa).

El Consistorio respondió la semana pasada a la Subdelegación del Gobierno de Girona que no podía colgar la bandera por carecer de sede oficial, pues la corporación se reúne temporalmente en una vivienda privada. El motivo es que el Consistorio se encuentra envuelto en un litigio con el antiguo propietario del terreno donde se está construyendo el nuevo Ayuntamiento.

Uno de los primeros municipios en recibir, no uno, sino dos requerimientos de la Delegación del Gobierno para que cumpliera la ley y colocara la bandera en “un lugar destacado” fue el de la pequeña localidad de Gallifa (Vallès Occidental). Si no lo hacían se podían enfrentar a una denuncia por la vía contencioso-administrativa. En respuesta, el alcalde Jordi Fornas (Solidaritat per la Independència) decidió colgar una pequeña rojigualda de juguete en la fachada y hacer ondear la senyera y la estelada en la plaza del Consistorio.

De esta manera pretendían ajustarse a la legalidad y evitar otras consecuencias como la inhabilitación del cargo o la imposición de multas. A algunos Consistorios, como en el caso de Corbera de Llobregat, la Delegación del Gobierno les ha reclamado que hagan ondear la insignia en todos los edificios públicos.

Después de aplicar su imaginativa solución, el Ayuntamiento de Gallifa recibió una denuncia que hacía efectiva la advertencia de los requerimientos. La actuación del alcalde no solo le costó una denuncia, sino también una moción de censura impulsada por CiU, que hizo perder a SI la única alcaldía que tenía en Cataluña.

La ley de banderas de 1981 establece que “cuando los Ayuntamientos y diputaciones o cualesquiera otras Corporaciones públicas utilicen sus propias banderas, lo harán junto a la bandera de España”. También explicita que esta deberá ocupar “siempre un lugar destacado, visible y de honor” y que, si junto a ella se utilizan otras, la de España ocupará un lugar preeminente y “las restantes no podrán tener mayor tamaño”.

El presidente de la AMI y alcalde de Vic, Josep Maria Vila d’Abadal, explica que la mayoría de los contenciosos están ahora a la espera de resolución judicial. “Hemos presentado la información que nos pedían”, dice.

Evitar “gastar dinero o esfuerzos en una posible causa judicial que con toda probabilidad estaría perdida” fue una de las razones por las que el alcalde de Banyoles, Miquel Noguer (CiU), decidió izar la bandera española el 15 de febrero, día en que vencía el requerimiento de la Subdelegación del Gobierno en Girona. Las banderas española, catalana y europea presidieron el edificio durante tres días, hasta que el Ayuntamiento empezó unas oportunas obras de mejora de la fachada que obligaron a retirar todas las enseñas.

El alcalde no quiere explicar qué pasará cuando acaben los trabajos, pero deberá tomar una decisión sabiendo que está en el punto de mira de la Delegación. Probablemente sucederá después del 15 de abril, fecha en que la Asociación de Municipios por la Independencia ha convocado a su ejecutiva para adoptar una postura común. De entrada, Vila d’Abadal descarta una solución como la de Gallifa y, aunque remarca que no tienen “ningunas ganas” de colgar la bandera, las “amenazas de inhabilitación” podrían acabar obligando a tomar la decisión de izar la rojigualda conjuntamente.

El País

29.3.13

Publicado el nº 126 del boletín "Banderas"


Ya ha sido publicado el nº 126 de "Banderas", boletín trimestral de la Sociedad Española de Vexilología, y que en esta ocasión recoge las comunicaciones presentadas al XXVII Congreso Nacional de Vexilología, celebrado en Plasencia (Cáceres) los días 6 y 7 de octubre de 2012.

El número de abre con el trabajo Vexilología en la Legislación de la Armada Española, de Antonio Nieto, que hace un recorrido sobre la normativa de banderas en la Armada Española, desde 1785 hasta finales del siglo XIX.

El siguiente artículo se titula  60 años de la sede de la ONU en Nueva York: memoria gráfica del izado de banderas de los nuevos miembros y es obra de Antonio Gutiérrez, quien presenta numerosas fotos de estos actos.

A continuación, Símbolos del movimiento de liberación femenina, de José manuel Erbez, trata sobre el origen del violeta como color característico del feminismo, para lo cual hice referencia a las distintas combinaciones de color usadas por los movimientos sufragistas británicos y norteamericanos.

Íñigo López de Rada, es autor de El estandarte de la "Generalísima": principal enseña carlista, un trabajo sobre las caracterísiticas, origen e historia de esta enseña.

Armenia y Nagorno Karabag: una mirada vexilológica, de Jorge Hurtado, muestra las distintas banderas de estos territorios a lo largo de su historia, algunas de ellas reales, otras verosímiles y otras claramente inventadas.

José Luis de Frutos presenta un trabajo sobre Banderines de compañía de la 1ª Bandera escuadrón de Paracaidistas del Ejército del Aire, cuyo título es bastante explícito.

En El baile de la bandera en las Águedas de Miranda del Castañar, Tomás Rodríguez presenta una fiesta celebrada en esta localidad salmantina.

José Carlos Alegría presenta las Banderas de los clubes de fútbol de Segunda División de España (temporada 2012-13), basándose en los diseños oficiales de estas enseñas.

El artículo de Juan José Feijóo expresa claramente en su título su contenido sociológico: Euforia vexilológica: de cómo los campeonatos mundial y europeo de fútbol avivaron la pasión bicolor de nuestra enseña nacional.

Por último, Ignacio López de Montenegro presenta las insignias de una cofradía sevillana: Antigua, Real Muy Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Carmen, Beato Marcelo Spínola, María Santísima del Rosario y Santo Domingo de Guzmán.

Este número del boletín, como todos los demás, se distribuye a los socios de la SEV, pero puede ser adquirido al precio de 9 euros a través de la web de la SEV.

No hay media luna en la bandera de Carolina del Sur (II)

Segunda parte del artículo en el que se explica que el objeto que aparece en la bandera de Carolina del Sur no es una media luna, sino una gola o gorguera, elemento de la armadura que de forma estilizada usaron como distintivo en sus gorros los soldados de las tropas revolucionarias de este territorio durante la Guerra de la Independencia.


That’s no crescent moon on the S.C. flag; it’s a gorget


In our first article, the “gorget” was identified as a medieval piece of throat armor which went from a practical battlefield device to a symbolic one, and back again with modern combat vests. In the second part of this series, attention will focus on the origin and basic organization of South Carolina’s colonial era military forces and how the gorget ultimately became its unifying symbol.

The Carolina colony —later divided into North and South—was officially founded in 1670 by eight English “Lord Proprietors” via generous land grants by King Charles II. As the first settlers arrived, militia groups were immediately formed to protect the citizenry, defend the land, and even act as an expeditionary force against certain native tribes and especially the Spanish in what was then neighboring Florida.

These early militias were comprised, with few exceptions, of all ablebodied men from age 16 to 60. Each individual was required to equip himself with the necessary armaments while landowners— particularly large and wealthy landowners— were tasked in a feudalistic fashion to furnish so many “soldiers” per acreage owned. Furthermore and in addition to friendly native warriors who served in complimentary units, white indentured servants and black slaves were also often added to the rosters.

Initially, militia units and fortifications were concentrated on the coast to protect such crucial ports as Charles Town (Charleston) and Port Royal (Beaufort). But as South Carolina’s “backcountry” gradually became more populated, focus shifted to the colony’s frontiers where suspicious native tribes and encroaching settlers naturally began to clash. Groups of rangers were soon organized to keep watch and sound the alarm when necessary. Additional fortifications were also built and garrisoned.

Then in 1760, at the zenith of the French and Indian War, tensions between the Cherokee and backcountry colonists finally boiled over and turned violent. Shortly thereafter, interim Governor William Bull Jr. formed the South Carolina Provincial Regiment (“Middleton’s Regiment” for its commander Col. Thomas Middleton) to aid British regulars already sent by London. This regiment, however, was no ordinary militia unit. These men were not volunteers in the traditional sense nor were they conscripted, impressed, or otherwise required to bring their own armaments. Instead, the entire regiment was raised, paid, and equipped by the General Assembly, which made it more a mercenary force than a militia one.

Nonetheless, the formation of the South Carolina Provincial Regiment proved historic for another reason. The officers— including Capt. William Moultrie and Lt. Francis Marion—all wore a silver gorget around their collars. Their men also adopted the gorget but as a crescent-shaped metal badge upon their light infantry caps, tips blunted and facing upward like a “U.” This simple uniform choice is the first known example of the gorget identifying an entire South Carolina military unit, officers, and foot soldiers alike.

It would not, however, be the last. Less than two decades later, the Revolutionary War engulfed the state and the 1st and 2nd South Carolina Regiments were formed to protect Charleston from a certain British invasion. The 1st was commanded by Col. Christopher Gadsden, while the 2nd was commanded by Col. William Moultrie. For our purposes, what’s most important is the officers once again wore silver gorgets while their sol- diers sported light infantry caps with the same metal badge as before. The only difference is this time words like “Liberty” were engraved thereon and nothing less than freedom itself was at stake.

Next: The first South Carolina State flag and how one man’s artistic sensibilities led to unintended consequences for future generations.

25.3.13

Comunión de banderas

Por JUAN JOSÉ FEIJOO

Resulta gratificante contemplar la exhibición de banderas sin ningún temor o prejuicio. Cuando se enarbola con orgullo y sin que nadie recrimine nada. Y qué armonioso es contemplar la comunión de enseñas de distintos países en celebraciones tan exentas de sello político -de partido- como ha sido la presencia del Papa Francisco enla Plaza de San Pedro en ese baño de masas que tuvo mientras se dirigía a la basílica del Vaticano para celebrar la misa de inauguración de su pontificado.

La marea multicolor que rodeaba al pontífice conformaba una estampa singular. Cada ciudadano del mundo ondeaba su enseña con fruición y para testimoniar su presencia en ese emblemático espacio ceremonial y en un acto tan simbólico para todos los católicos como es el inicio del pontificado de un nuevo líder de su iglesia.

Pocos acontecimientos pueden enorgullecerse de reunir semejante variopinta representación de adeptos que participan en los mismos y que lo hacen con total libertad de mostrar sus signos identificativos en una explosión de euforia y adhesión. En estos casos cobra especial relevancia el significado vexilológico de cada enseña, pues aparte de implicar un acto de afirmación de su propio país, se universaliza en un contexto global como es, por ejemplo, la emblemática plaza de San Pedro en la ciudad eterna.

En otra ocasión hemos comentado que un ámbito como el deportivo, provoca también una euforia vexilológica y nadie tiene reparos en salir a la calle portando una enseña nacional que flamean por las calles. Eso si, sólo sucede en acontecimientos específicos y pasada la euforia, se guardan las banderas.

Pues bien, estampas como la que describimos, nos tienen que ayudar a reflexionar que un signo tan identificativo como es una enseña, no pertenece a nadie en concreto, sino a la comunidad, al territorio o al país que ostenta su titularidad y que ha regulado su uso y sus ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a manifestarse con ese elemento emblemático, pues con ello solo están ejerciendo la facultad que tienen de exhibir algo que también es suyo.

El Gobierno autoriza a Oriñón a adoptar su escudo heráldico y su bandera

El Gobierno de Cantabria ha aprobado dos decretos por los que autoriza a la Junta Vecinal de Oriñón, perteneciente a Castro Urdiales, a adoptar su escudo heráldico y su bandera. La Junta Vecinal ha estimado conveniente adoptar su escudo a fin de perpetuar con él la adecuada simbología y conforme a las normas de la heráldica, los hechos más relevantes y peculiares de su pasado histórico. De esta forma, el escudo de la pedanía estará formado, según el informe de la Real Academia de la Historia, por un escudo de armas de gules, una barca de oro sobre ondas y dos llaves de oro pasadas en aspa. Se timbra con la corona real de España.

Además, el Ejecutivo regional ha autorizado a la Junta Vecinal a que adopte también su bandera. Según se recoge en esta normativa, será de paño rectangular, de proporciones 2/3, dividida horizontalmente por mitad, de color rojo la parte superior y la inferior dividida a su vez por mitad, de color blanco la porción superior y azul la inferior.

24.3.13

Plantean nueva bandera y escudo para Cochabamba

Por Katiuska Vásquez - Los Tiempos - 24/03/2013

La tradicional bandera celeste que hasta ahora ha identificado a Cochabamba podría ser sustituida por una nueva de cuatro colores: roja, blanca, amarilla y verde, según la propuesta insertada en el primer borrador del Estatuto Autonómico Departamental, que actualmente está en análisis en las comisiones de la Asamblea Legislativa Departamental.

De acuerdo con el Artículo 8 de este borrador, “Cochabamba como departamento autonómico tiene como símbolos departamentales el escudo, la bandera, el himno, las Heroínas de La Coronilla y la Fiesta de la Virgen de Urkupiña”.

La propuesta es el resultado de encuentros territoriales, sectoriales y de la sistematización de los aportes recopilados a través de los libros notariados —que, además de circular por Cercado, se enviaron a las provincias— y de sugerencias recibidas a través de las redes sociales.

Según el informe final de la Asamblea Departamental, el 26 por ciento de las propuestas que se plasmaron en el primer borrador fueron recogidas en encuentros sectoriales, el 25 por ciento en los libros y un 3 por ciento mediante las redes sociales.
La idea de cambiar los símbolos fue planteada por varios sectores. Pero, quien desarrolló una propuesta completa fue la Federación de Profesionales de Cochabamba, que propuso una bandera de dos colores: roja y blanca, con base en antecedentes históricos. Sin embargo, los aportes para reemplazar la bandera celeste por una de cuatro colores son escasos.

Para Henry Paredes, asambleísta de oposición, la propuesta implica “una intencionalidad de hacernos creer que habrá una refundación del departamento, dejando de lado la historia”.

Según el asambleísta del oficialismo Marco Carrillo “el cambio de símbolos, en el caso de la bandera, requiere de una discusión no sólo entre los asambleístas, sino de un debate con historiadores, investigadores y los que tienen memoria ancestral”.

El primer borrador del Estatuto Autonómico plantea sustituir la bandera celeste por una de cuatro colores: blanco por la paz, rojo por las luchas, amarillo por la riqueza y verde por la biodiversidad.

El documento también propone cambiar el actual escudo por uno que represente a los pisos ecológicos: la hoja de coca, el petróleo, el trigo, la papa, el maíz, el aguayo, la oveja, la cruz andina y otros elementos.

Según el historiador Gustavo Rodríguez “el pasado no se impone por sí mismo; es construido o reconstruido desde determinadas coordenadas sociales, por tanto, en la medida en que se cambien esas coordenadas cambia la lectura del pasado, el uso de éste y sus símbolos”.

A su juicio, el planteamiento de cambiar los símbolos “no debería perturbarnos. No hay un origen inmanente del pasado. Se lee desde el presente y éste cambia: lo que antes tenía valor, ahora no lo tiene”.

Para la historiadora Ítala de Mamán no existen antecedentes sobre una bandera de cuatro colores. “La bandera roja sí fue enarbolada en varias situaciones libertarias, incluso, hay un libro de Alejandro Ovando Sáenz. Pero, en ninguna lucha social se enarbolaron esos cuatro colores”.

El primer borrador aún se halla en discusión en la Asamblea Departamental.

EN BASE A LOS HITOS

Distintas propuestas de símbolos

Según la propuesta de la Federación del Colegio de Profesionales, “en esta fase de nuestra historia, en la que los mecanismos de la globalización y las propagandas tienden a diluir la identidad, es muy importante recuperar nuestros valores culturales que se traducen en los símbolos que identifican determinados momentos históricos”.

Para esta organización, los “símbolos regionales identificados en el escudo, la bandera y el himno expresan nuestras raíces culturales basadas en nuestra historia”.

De acuerdo con esta propuesta, existen hitos que deben perdurar en los símbolos: la sublevación de Alejo Calatayud en 1730, la resistencia contra las medidas de la Colonia en 1774, la rebelión indígena de 1781 y la Guerra de la Independencia.

Si bien el primer borrador de Estatuto Autonómico recogió la propuesta para cambiar el escudo y la bandera, otros sectores como la Federación de Empresarios plantearon que se conserve la bandera celeste, por ser un réplica de la utilizada por los patriotas que estaban bajo el mando de Esteban Arze.

NUEVOS Y VIEJOS SÍMBOLOS

CAMBIOS EN LA BANDERA

Justificación histórica

La Federación de Profesionales de Cochabamba sustentó su propuesta para cambiar la bandera celeste del departamento por una de dos colores, roja y blanca, de acuerdo con argumentos históricos, vinculados a las primeras sublevaciones.

De acuerdo a esta propuesta, la bandera roja y blanca se enarboló en momentos cúspides de la lucha por la independencia, como la sublevación de 1730, liderizada por Alejo Calatayud. Aunque es una de las gestas más olvidadas, para los historiadores, marcó el uso de la bandera roja.

Según las crónicas de la época: “Los insurrectos se congregaron en la colina de San Sebastián, donde hicieron flamear banderas coloradas”.

A ello se suma que en 1774, cuando se intentó aplicar la Aduana, la población de sublevó: “Se reunieron en el cerro de San Sebastián, en esta ocasión enarbolaron las banderas coloradas y blancas”.

Existen otras referencias sobre el uso de la bandera roja. En 1718 y 1782, cuando la insurgencia indígena desencadenó una tempestad en Los Andes, en Cochabamba los sublevados, quienes se decían soldados de Túpac Amaru, utilizaron como símbolo las banderas coloradas.


EL ESCUDO ACTUAL Y EL NUEVO

Defienden su antigüedad

El primer borrador del Estatuto Autonómico sugiere sustituir el antiguo escudo de armas, que refleja la unidad de las provincias y la vocación productiva y comercial del departamento, por uno que incluya elementos de todas las regiones.

La propuesta plantea un escudo que represente los diferentes pisos ecológicos, la hoja de coca y el pozo petrolero, el trigo, la papa, el aguayo y otros.

Según la sistematización de las propuestas, el escudo actual no tiene ninguna fecha precisa de origen, pero hay referencias que señalan que se comenzó a usar el 23 de enero de 1826 y otra manifiesta que fue el 17 de octubre de 1898.

De acuerdo con esta postura, el escudo representa un emblema de hace 113 o 185 años, que sintetizaba la riqueza agrícola del valle, su comercio, agricultura, el valor de sus habitantes y la justicia, como pilar fundamental de la sociedad.

Durante los encuentros, se consideró poco oportuno cambiar el escudo, porque “los símbolos adquieren mayor valor sólo por el hecho de su antigüedad y el cambiarlos ahora podría invitar a cambios continuos en el futuro”, según la propuesta de la Federación de Profesionales.

EL HIMNO A COCHABAMBA

Hay coincidencias para conservarlo

Las propuestas recogidas en los encuentros territoriales y sectoriales coincidieron en mantener el actual Himno a Cochabamba, compuesto en letra por don Benjamín Blanco y música por don Teófilo Vargas.

El primer borrador del Estatuto Autonómico manifiesta que en caso de existir “dos o más opciones serán elegidas en referéndum departamental”.

También expresa que el mismo deberá ser traducido a los idiomas oficiales del departamento: el quechua y el castellano. Y que es la Asamblea Legislativa Departamental la que deberá regular las distintas expresiones del marco simbólico de Cochabamba, su orden y su uso.

Las provincias, municipios y los pueblos indígenas originarios campesinos del departamento tienen el derecho de usar sus propios símbolos, reconociendo la supremacía de los símbolos nacionales y departamentales como parte fundamental de su identidad.

El documento también incluye otras propuestas como el definir como idiomas oficiales del departamento el castellano, quechua, aymara, yuki y yuracaré. Y sugiere que es deber del gobierno autonómo departamental promoverlos y difundirlos.

19.3.13

La vexilología deja sin bandera a Cerrillos

La Municipalidad de Cerrillos y el Concejo Deliberante convocaron, meses atrás, un concurso para el diseño de la bandera cerrillana. El jurado se ha reunido para examinar los proyectos presentados pero sucedió lo inesperado.

El jurado integrado por María Haydée Roubienau, Jorge del Pozo, Luis Colque, Mercedes Guzmán, María José Corimayo se ha visto obligado a declarar desierto el concurso y llamar una nueva convocatoria.

El motivo parece muy sencillo: varios de los trabajos presentados, no han cumplido con el punto 4.5.4 de las bases del concurso. Dicho punto establecía la necesidad de ofrecer una detallada interpretación vexilológica en todos los aspectos.

Si los expertos cerrillanos que redactaron las bases del reglamento se hubierna tomado el pequeño trabajo de explicar el significado del vocablo 'vexilología' seguramente esta mañana flamearía en todas las escuelas la bandera de Cerrillos, capital del carnaval.

10.3.13

La otra ‘guerra de las banderas’

MIKEL ORMAZABAL San Sebastián 10 MAR 2013 - 00:14 CET

La Abogacía del Estado ha interpuesto ya 155 recursos contenciosos contra otros tantos Ayuntamientos vascos por no cumplir la ley de Banderas, que obliga a colocar la enseña nacional en un lugar preferente de los edificios oficiales. La Delegación del Gobierno va a ser “implacable”, advierte su responsable, Carlos Urquijo, contra quienes se resistan, burlen o vulneren la obligación legal de exhibir la enseña española en todos los municipios.

Desde su llegada al cargo, en enero de 2012, las actuaciones contra los consistorios remisos o insumisos a la rojigualda se han duplicado. En apenas 14 meses, Urquijo ha instado a presentar 104 contenciosos.

Esta nueva guerra de las banderas ha generado una actividad frenética en la Delegación del Gobierno. La representación del Estado en la comunidad autónoma tiene perfectamente sistematizado el seguimiento del conflicto. Una guerra esta muy distinta a la que en los noventa motivó múltiples altercados callejeros en protestas de la izquierdaabertzale contra Ayuntamientos que exhibían la bandera en determinadas circunstancias. Sus mayores exponentes se vivieron en sucesivas Aste Nagusia de Bilbao.

La Delegación va anotando, municipio por municipio, fecha a fecha, todas las incidencias sobre el cumplimiento de la ley 39/1981. La primera anotación corresponde a un contencioso contra Zigoitia en octubre de 1991; las últimas están datadas el pasado 15 de febrero, sobre Barrika, Gorliz, Lemoiz y Plentzia.

El minucioso registro precisa las fechas en que se pide a las corporaciones la colocación de la enseña, si se ha acatado la exigencia, el día en que la Abogacía del Estado tramita el contencioso, si se da un cumplimiento “extraprocesal” y las sentencias dictadas. Hasta hoy, los juzgados han fallado 17 vces obligando a poner la bandera.


La Delegación del Gobierno lleva un minucioso registro de toda incidencia

La vigilancia a los 251 municipios vascos se ha estrechado desde las municipales de 2011. Hasta entonces, la rojigualda apenas era visible en los consistorios, pero tras llegar Bildu al poder en numerosas corporaciones, el anterior delegado del Gobierno, el socialista Mikel Cabieces, activó los requerimientos y empezó a cursar una remesa de órdenes. Envió 51 avisos. Su sucesor, Urquijo, ha hecho lo propio en otros 104 casos más.

El Ayuntamiento donostiarra y la Diputación guipuzcoana, baluartes institucionales de Bildu, mantienen la bandera en sus edificios, aunque desde la calle no es visible la que el PNV ubicó, por orden de un juez, en el tejado del Palacio Foral. Ni el alcalde, Juan Karlos Izagirre, ni el diputado general, Martin Garitano, se han atrevido a retirarlas.

El consistorio de Bergara, por ejemplo, decidió colocar 55 banderas de países de todo el mundo para esconder la española entre tantos símbolos. “En esta batalla legal estamos al 100%”, recalca Urquijo. “La observancia del cumplimiento de la ley va a ser continua y no vamos a permitir ninguna burla”, agrega.

Urquijo propuso, cuando era parlamentario del PP, que la Cámara vasca instase al entonces Gobierno de Zapatero a ”no permanecer impasible” y adoptar medidas contra los Ayuntamientos de Bildu que estaban “en contra de los símbolos nacionales”.

El Estado también actúa contra los Ayuntamientos que incumplen la obligación de entregar a la Administración central copia de todas las actas y acuerdos adoptados.También se remiten a los tribunales los casos en los que las instituciones apoyan a los presos de ETA, como ha sucedido esta misma semana con la Diputación guipuzcoana y el Ayuntamiento donostiarra.

6.3.13

"La primera bandera republicana española fue catalana"

El historiador Josep Maria Vall Camposada afirma que "con las pruebas y evidencias que tenemos, podemos decir que la primera bandera republicana española fue catalana y, además, federal".

En un artículo publicado en e-notícies, relata que "el antecedente más primigenio documentado de la bandera republicana española lo encontramos justamente en Barcelona, poco después de la revolución de septiembre de 1868, que provocó la caída de Isabel II".

En este sentido añade que "en la plaza de Catalunya hubo una gran manifestación de signo republicano y federal donde aparecieron públicamente por primera vez masivamente las banderas republicanas, como recoge un dibujo publicado en la revista francesa Le Monde illustré".

"Esta nueva bandera -dice- se popularizó a partir de la proclamación del Estado Catalán del 9 de marzo de 1873, cuando Baldomer Lostau hizo el primer acto de soberanía política catalana desde la derrota del 1714. La proclama se hacer desde la Diputación de Barcelona, entonces ubicada en el Palau de la Generalitat, y se adoptó la senyera como símbolo del nuevo y efímero Estado Catalán dentro de la República Federal española".

En el texto, Vall expone que "según el Dr. Francesc Xavier Hernàndez, catedrático de la Universidad de Barcelona, las banderas republicanas más antiguas son las que actualmente se conservan el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona y datan de 1873. Así , la genuina bandera republicana federal debería diseñado en Catalunya antes de 1868, y presentaría tres franjas horizontales de igual anchura: la superior azul, la central amarilla y la inferior roja".

Por otro lado, el historiador también remarca que "se ha dicho que la primera bandera republicana podría haber sido inspirada por Abdón Terrades (1812-1856), magistralmente definido por el historiador Enric Pujol como 'pionero del republicanismo catalán'. Recordemos que cuando Terrades fue elegido alcalde de Figueres, intentó proclamó la República el 20 de junio de 1842".

"Si bien todavía no se ha encontrado ninguna prueba documental concluyente, esta hipótesis no es descartable en tanto que Terrades y su entorno estuvieron muy vinculados a la francmasonería y al movimiento insurreccional de los carbonarios. La bandera de estos últimos era tricolor, con franja horizontal azul, negra y roja", manifiesta.

Finalmente, Josep Maria Vall también apunta que "otros estudiosos del tema como Margarita Márquez Padorno, señalan en cambio que la insignia tricolor con franja morada inferior se empezó a popularizarse a partir de 1875, lo que reafirmaría la tesis de que las banderas republicanas Barcelona no sólo eran diferentes, sino que fueron las primeras".

3.3.13

Las Banderas Coronelas (II)



Por Enrique Embajador Pandora.

Durante el reinado de Carlos IV la situación permanece igual que en el anterior, banderas “coronelas” blancas con escudo de Armas Reales y escudos particulares en los cantones del paño, y las banderas “sencillas” también con el paño blanco y el aspa de Borgoña en su centro con los mismos escudos particulares que la “coronela” en sus cantones.

Si bien durante el reinado de Fernando VII la continuidad de lo establecido fue la norma, durante la Guerra de la Independencia proliferaron cantidad de diseños de banderas sin ajustarse a normativa o reglamento alguno.

Por lo que respecta a las tropas españolas al servicio del rey José I, portaron banderas con el paño blanco, al igual que los Borbones, con el escudo de armas reales modificado: incorporando el número de la unidad en el interior de una estrella de color rojo de ocho puntas situadas en sus cantones, los de Línea, mientras que los batallones de Infantería Ligera lo hacían en el interior de una trompa de cazadores.

Después de la guerra todo volvió a sus cauces retomándose la aplicación de los reglamentos establecidos en cuanto a banderas se refiere, continuaron usándose coronelas de diferentes colores con el escudo de armas reales y los correspondientes particulares y banderas “sencillas” con el aspa de Borgoña y los escudos particulares de su “coronela”.

Durante este reinado se produjo la primera extensión de la bandera “bicolor” a unidades de Infantería y Caballería, hecho que acaecería en 1820 con ocasión de crearse la Milicia Nacional, disponiéndose que llevaría banderas cuadradas con tres franjas de igual tamaño, roja, amarilla y roja, dispuestas de forma horizontal en las de Infantería y verticales en las de Caballería[1].

La subida al trono de Isabel II, en el año 1833, no supuso cambio alguno inicial en cuanto a las costumbres vexilológicas se refiere, continuándose utilizando como insignia y símbolo de cada Cuerpo, las distintas banderas al uso. No obstante, el Real Decreto del Gobierno Provisional de 13 de Octubre de 1843, sustituyó la bandera dinástica traída por Felipe V mediante la universalización de la bandera “bicolor” mediante su extensión a todas las unidades del Ejército, al disponerse, en el Art 1° de dicho Real Decreto que Las banderas y estandartes de todos los cuerpos e institutos que componen el Ejército, la Armada y la Milicia Nacional serán iguales en colores a la bandera de guerra española[2] y colocados en el mismo orden que lo están en ella.

A partir de este momento podemos decir que el uso de las banderas coronelas desapareció de las unidades de nuestras Fuerzas Armadas. Esta situación se mantuvo hasta la década de los setenta del pasado siglo, en la que las unidades tipo Regimiento y Batallón, de notoria antigüedad, pugnaron por recuperar sus signos de identidad, volviendo a recuperar las antiguas enseñas coronelas y batallonas que, en un lugar subordinado a la bandera nacional han ido sustituyendo a los más modernos guiones de dichas unidades.


[1] Reglamento Provisional de la Milicia Nacional de 1820.

[2] No se conoce disposición alguna que establezca la bandera bicolor como “bandera de guerra española”, por lo que es posible que se trate de una mala redacción debiendo interpretarse esta como “la bandera de la Marina de guerra española”.

Las Banderas Coronelas (I)



Por Enrique Embajador Pandora.

Desde muy antiguo existe constancia del uso de insignias que distinguían a los pueblos y a los ejércitos, evolucionando a través de los tiempos hasta llegar un momento en el que la profusión de las mismas era desproporcionada. Así, en España, con la llegada de los Austrias, convivían en cada Tercio tantas banderas como capitanías o compañías hubiese, todas diferentes, con un carácter representativas de lo personal por encima de lo orgánico y el uso de tan solo una bandera del Tercio, representativa del poder real.

Todas estas enseñas carecían de un diseño unificado, sino que cada una era proyectada de forma anárquica, si bien tenían como rasgo genérico común destacable el uso predominante de paños de color rojo o encarnado, sobrepuestos del aspa de Borgoña, de color blanco o rojo, incorporando así mismo imágenes de la Virgen u otras de carácter religioso, en las del Tercio.

Con la llegada al trono de la dinastía borbónica todo ello cambió. Siguiendo la orgánica francesa se pasó del Tercio al Regimiento, y en lo referente a las banderas se estableció de manera obligatoria el empleo de dos tipos de banderas.

Una, única, “principal” o representativa del poder real, que por ser la que se situaría en la compañía al mando del Coronel, se denominaría “coronela”; junto a ella cada uno de los batallones del Regimiento, ostentaría otra denominada “batallonas”, “secundarias” o “colaterales”[1].

En 1706 se dispuso que, “…en lo alto de las banderas se pondrán dos divisas iguales y de tafetán, una blanca y otra roja; por la uniformidad de estos colores que yo he mandado traer a mis tropas por su unión con las auxiliares del Rey mi abuelo…”[2].

Al año siguiente, se estableció que : “Y es mi voluntad que cada Cuerpo traiga la bandera coronela blanca, con la cruz de Borgoña, según estilo de mis tropas a que he mandado añadir dos castillos y dos leones repartidos en los cuatro blancos y cuatro coronas que cierran las puntas de las aspas;…”[3].

En 1728, se produjo un cambio importante en cuanto al diseño de bandera coronela se refiere, al establecerse que: “… la Coronela será blanca con el escudo de nuestras Armas Reales y, las demás, blancas con la cruz de Borgoña; y en unas y otras podrán poner en las extremidades de las esquinas las Armas de los reinos y Provincias… (…)… o las divisas particulares que hubiera tenido o usado” [4].

Como es natural, a lo largo de los años se produjeron cambios que la necesaria brevedad de estas líneas no nos permiten detallar, resaltando tan solo que con la subida al trono de Carlos III, el uso en los buques de la Armada de la bandera blanca con el escudo de Armas Reales, traía con frecuencia confusiones con otros buques de guerra que también arbolaban enseñas con el color del paño blanco.

Para evitar los inconvenientes que esta situación conllevaba, en 1785 se dispuso; “…que en adelante usen mis buques de guerra de Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baxa sean encarnadas, y del ancho de cada una de la quarta parte del total, y la del medio amarilla, colocándose en esta el Escudo de mis Reales Armas reducido a los dos quarteles de Castilla y León con la Corona Real encima…”[5], naciendo así la enseña llamada “bicolor” y comenzando la desaparición de la única bandera dinástica que ha existido en España, instaurada por Felipe V.


[1] La Ordenanza de 28.IX.1704, dispuso que “…en cada batallón de mis tropas haya tres banderas cuyas astas sean más largas y fuertes que las ordinarias, la Bandera coronela sea mayor”.

[2] Ordenanzas de 1706 y 1716. El blanco como color de los Borbones de Francia y el rojo como color tradicional español.

[3] Ordenanza de 26.II.1707.

[4] Ordenanzas Generales de 12.VII.1728.

[5] R. Decreto de 28.V.1785