7.4.09

Banderas de guerra

Ignasi Aragay

Las imágenes más agradecidas y menos trágicas de la Guerra Civil, lejos del dramatismo y realismo fotográfico, han sido siempre los carteles de propaganda política, especialmente los del bando republicano, de una rompedora estética vanguardista. Los carteles llenaron calles de pueblos y ciudades con sus llamamientos y han sido objeto de publicaciones y exposiciones en cualquier parte del mundo. Mucho menos conocida, en cambio, es otra presencia igualmente simbólica y colorista, la de las banderas. Lo es menos porque se han conservado pocas. Y seguramente porque no tienen tanto de valor artístico. Pero sí que tienen de sentimental y testimonial. Hoy en día ya son piezas de museo.

Así lo cree, al menos, el anticuario Josep M. Farré, que en los últimos meses ha reunido un centenar de banderas de este convulso periodo de la historia catalana. Primero llegó una a sus manos. Fue en septiembre del 2008. Se interesó, y tirando del hilo resultó que detrás había una auténtica colección.

Escondidas tras un armario

No está del todo claro de dónde han salido. "Me gustaría que hubiera una historia romántica detrás, pero no es el caso". Es decir, no hay ningún héroe que las haya salvado, o al menos no se lo conoce. "Por lo que me han explicado, salieron de una antigua fábrica de telas para barcos que durante la guerra fue colectivizada y pasó a fabricar banderas. Cerrada a comienzos del franquismo, se reconvirtió en almacén de recambios para coches. Y ahora, al cerrar el taller, se ve que tras unos muebles aparecieron un montón de cajas con las banderas", explica Farré.

A partir de aquí, se supone que alguien sacó al mercado las banderas en pequeñas dosis. Lo que ha hecho Farré ha sido volver a reunir la colección. "Incluso contraté a alguien para que les siguiera la pista y me las fuera consiguiendo", dice el anticuario, que prefiere no revelar el coste de la operación. En cualquier caso, no lo ha hecho por dinero, aunque tampoco quiere perder. Su intención seria venderla a una institución catalana, pero por el momento el Museo de Historia de Catalunya, que era su destino más lógico, le ha dado calabazas. Le ofrecían comprar algunas, pero Farré considera que se debe mantener el conjunto unido.

Se trata de un fondo muy diverso, en el que hay prácticamente de todo, con una excepción: faltan banderas de los grupos anarquistas. En cuanto al resto, un se puede hacer muy la idea de la politización y militarización de la sociedad catalana durante la guerra, con un auténtico estallido de grupos revolucionarios y de izquierdas, así como la movilización ciudadana: las banderas identifican desde sindicatos de panaderos hasta sociedades de esperanto, desde partidos como ERC, la JSU e Izquierda Republicana hasta la Unió de Rabassaires y los grupos de defensa pasiva, desde compañías del ejército republicano a grupos de las Brigadas Internacionales, la Cruz Roja y Defensa de Costas.

En fin, muy variado y colorista. Predominan el rojo y amarillo de la senyera, y también tienen mucha presencia los colores republicanos (rojo, amarillo y violeta). El rojo comunista es igualmente presente, y se hace igualmente ver la estrella de la estelada.

"Me atrevería a decir que es una colección muy guapa y única: no creo que vuelva a salir nunca jamás nada así", aventura Farré, que por cuestiones económicas ha decidido no seguir adquiriendo y renunciar, por ejemplo, a un grupo de pancartas que también formaban parte del lote. "Tanto que hemos ido tras los papeles de Salamanca y ahora que aparece esto la administración catalana parece dispuesta a dejar pasar la oportunidad. No lo entiendo". Personalmente, a Farré le habría hecho gracia que saliera alguna bandera de Borges Blanques, su localidad de origen, donde, como es sabido, se adoraba el presidente Francesc Macià, que también provenía de allí. Hay de muchas ciudades y pueblos, pero no del suyo. Por ejemplo, hay una bandera de ERC de una agrupación Macià de Figueres.

Viajarán a Madrid?

La Guerra Civil Española ha dado infinidad de bibliografía y una cantidad igualmente ingente de imágenes. No en vano, fue un laboratorio para los medios de comunicación de masas, que proliferaron. Adelantada del enfrentamiento entre fascismo y democracia que después tendría una trágica continuidad con la Segunda Guerra Mundial, despertó el interés internacional. Los primeros grandes fotoperiodistas se foguearon en los campos de batalla y en la retaguardia de las tierras catalanas y españolas. Las imágenes de Gernica impactaron al mundo y Picasso inmortalizó aquel dramático bombardeo con un cuadro que pronto se hizo mundialmente famoso y que hoy se conserva al Museo Reina Sofia de Madrid, donde también podrían ir a parar las banderas reunidas por Farré si ninguna institución o partido catalán no se espabila. Es sabido que en Madrid, donde van mejor de presupuesto, pagan bien.

En fin, durante la Guerra Civil, los artistas se abocaron al cartelismo, de mucha calidad en el bando republicano. Las maquinarias de propaganda de uno y otro bando se entregaron a una guerra paralela, igualmente decisiva de cara a la opinión pública mundial. André Malraux escribió L' Espoir. Y todo esto produjo un universo de imágenes extraordinario en el cual el mundo de la vexilologia no tenía prácticamente lugar. Quizás a partir de esta notable y variada colección, las historias de la Guerra Civil podrán hacer ondear también las banderas.

Avui (versión original en catalán; traducción José Manuel Erbez)

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