Gesto catalanista del alcalde Trias: el sábado izará en el baluarte de Santa Amàlia una réplica de la bandera de 1936
JAUME V. AROCA
Barcelona
El Ayuntamiento de Barcelona restituirá la bandera catalana de Lluís Companys en el castillo de Montjuïc el próximo sábado, setenta y cinco años después de que el president izara la senyera por primera vez en el mismo lugar y el mismo día en que se cumplirán setenta y un años de su fusilamiento en el foso de Santa Elena. Un gesto político relevante que apuntala el tono catalanista que Xavier Trias quiere dar a la gobernación de la ciudad, sean quienes sean los aliados de su gobierno en minoría. Un tono sin aspavientos, en línea con otro gesto simbólico, la lección de Joaquim Maria Puyal como pregonero de la Mercè. Un tono civil.
Xavier Trias da curso de este modo al acuerdo del pleno del Ayuntamiento de octubre de 2010, que decidió restituir la bandera del president Companys. Un iniciativa que llevó entonces al pleno el concejal Jaume Ciurana –hoy quinto teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona– y que fue aprobada por todos los grupos salvo el PP.
La bandera no tendrá las proporciones de la enseña española de la plaza de Colón de Madrid, instalada por el último gobierno de José Maria Aznar. La idea es otra: tendrá exactamente las mismas medidas que se cree que tenía la senyera izada por Companys: ocho metros por cinco, suspendida de un mástil de quince metros cuya instalación estaba ultimando ayer una brigada de trabajadores en el extremo norte del castillo, el más visible desde el llano de Barcelona.
La Comissió de la Dignitat ha sido la encargada de medir y encargar la bandera tomando como referencia la fotografía de La Vanguardia del 26 de agosto de 1936 cuando se publicó la portada reproducida en esta misma página. La bandera será entregada por esta organización al Ayuntamiento para que la coloque en el mástil que, como la senyera original, desaparecieron en el curso de la guerra.
El izado de la aquella primera bandera tuvo lugar días antes de la publicación de la fotografía en La Vanguardia, el domingo 23 de agosto de 1936. La Guerra Civil ya había estallado –de hecho, poco antes de este acontecimiento, en los fosos de Montjuïc habían sido fusilados dos generales insurrectos, Goded y Fernández Burriel– y la ciudad estaba embargada por un agitado clima político. La crónica publicada por La Vanguardia da cuenta de que la bandera simbolizaba la restitución del castillo a Barcelona, "la vieja fortaleza –relata el cronista en La Vanguardia– de las negras leyendas desde la cual se había combatido las libertades alentadas por el pueblo catalán".
El acto, presidido por Lluís Companys, flanqueado por diversos consellers de la Generalitat, tenía una claro color político: la mayor parte de las organizaciones que se adhirieron pertenecían a la órbita de ERC.
El castillo, pese a que ya en los años treinta había perdido todo sentido estratégico desde el punto de vista militar, mantuvo su espíritu bélico durante la guerra –cuando sirvió de prisión– y hasta la llegada de la democracia.
En 1960, Francisco Franco, en una de sus visitas a la ciudad, decidió entregarlo a Barcelona. Desde aquel año, Montjuïc ya figuraba como parte del patrimonio municipal pero su gestión seguía bajo la tutela militar a través de un patronato que presidía el capitán general de la región militar. Además, en la fortaleza se mantenía un destacamento militar.
Así siguió hasta 2007 cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero decidió cumplir la promesa que él mismo había hecho en un mitin electoral en el Palau Sant Jordi en 2004. Entregó la gestión íntegra del edificio al Ayuntamiento de Barcelona con la única condición de que se constituyera un instituto internacional de estudios sobre la paz cuyo futuro, a día de hoy, sigue siendo incierto. Cuanto menos ya está claro que esta institución, en la que debía participar el ministerio de Defensa y la Generalitat, no se ha constituido formalmente y que ahora ya no cabe en los planes que el nuevo gobierno de la ciudad tiene para el castillo.
Esta última y definitiva cesión no fue fácil y contó en su momento con la abierta oposición del ministro de Defensa, a la sazón, José Bono que llegó a suscitar una singular guerra de banderas al imponer como condición a la entrega definitiva del edificio que en él siguiera ondeando permanentemente la bandera española. Un requisito que el ayuntamiento nunca llegó a aceptar como condición. Así las cosas, el castillo fue cedido definitivamente a la ciudad a través de una orden del Gobierno. Formal y públicamente nunca se ha hecho un acto de recepción del castillo.
La iniciativa de restituir la senyera, aprobada en el pleno del Ayuntamiento de octubre del año pasado se activó con la llegada del nuevo gobierno cuando el castillo quedó bajo la tutela del área de Cultura del Ayuntamiento que dirige Jaume Ciurana. En el anterior mandato, el baluarte dependía del área de Presidencia y estaba bajo la órbita del delegado, Ignasi Cardelús. Parte de las instalaciones que se querían habilitar para el centro de la paz se destinarán ahora al Memorial Democràtic, que carece de una sede formal tras el accidentado cierre de su centro de Via Laietana.
La Vanguardia
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