El profesor cree que «los símbolos deben visualizarse en las ciudades»
ESÚS HERNÁNDEZ. «La enseña española no tiene carisma, pero tampoco es un símbolo de la derecha fascista sino de la libertad y de la igualdad». Lo dijo, seguro, con tono pausado. Miguel Angel Mateos, catedrático de Historia, disertaba ayer sobre "España: la Constitución y su bandera", en el Club La Opinión-El Correo de Zamora, que celebra sus sesiones en la sala de Caja Duero. «Sería grave pensar que es la bandera de las derechas», recalcó el concejal y líder de Adeiza, «pues se trata de la imagen constitucional, del icono del país». Ese símbolo «debe visualizarse en las ciudades -las cosas se aman cuando se ven, aunque sin pasarse- y aquí, en La Marina, existe un mástil, pero se carece de bandera. Y eso no puede ser así», porque refleja «una debilidad de sentimientos y cierto miedo, por desconocimiento, a las raíces históricas, y a la asunción por la que han muerto muchos españoles en distintas guerras».
El historiador hizo historia. Y, así, señaló que la bandera española «tiene su origen en el portaestandarte que Alfonso V el Magnánimo lleva a Nápoles, para su conquista, en la primera mitad del siglo XV». De ahí que sus colores «sean levantinos, catalanes, de la Corona de Aragón». Ese origen fue «acertado para la integración». Además, se aceptó como enseña de la Marina para distinguirla de las pertenecientes a los Borbones. El rey Carlos III eligió este símbolo como distintivo de la Corona, ya utilizado por Alfonso V, para «evitar confusiones». Después se convierte, también, en bandera de la nación: es en 1843. «Se oficializa en la Constitución de 1845». La rojigualda sólo se cambió en la II República. «La idea de lo morado procede de los Comuneros, y era la insignia del Partido Radical», de Lerroux. El golpe de Estado de 1936 se realizó «con el estandarte republicano». Franco «impuso, el 15 de agosto de ese año», de nuevo la antigua enseña, que «no es la del franquismo», sino «la liberal, abierta, ilustrada». Otro asunto es el escudo. Este es un momento, para él, «de simbolizar, sin exagerar. Porque las cosas desorbitadas hipertrofian. Estas imágenes tienen una dosis de sentimentalidad, imprescindible para los valores del patriotismo».
Intenso debate político, estos días, acerca de la revisión o no de la Carta Magna, aprobada por las cortes el 31 de octubre y en referéndum nacional el 6 de diciembre de 1978. Debate que se prolonga en el tiempo, y encuentra eco en amplios sectores de la ciudadanía. «Nada resulta intocable, y menos una Constitución. Pero debe reformarse con consenso. No es urgente». Lo más inmediato es la sucesión a la Corona y el Senado como Cámara de las Autonomías, explicó el profesor zamorano (ejerce la docencia en el instituto "María de Molina", en el centro asociado de la Uned y en la Fundación Ortega y Gasset). Mateos Rodríguez, ex presidente del IEZ "Florián de Ocampo", destacó que el título VIII no es el causante de todos los males. Eso sí, «la cuestión se abordó mal». El Estado autonómico «está a mitad de camino del regionalista y del Federal», y ha devenido, por los hechos, en lo último, que «favorece la línea monárquica». Y «el resultante final lleva a la carencia de límites, y, así, puede irse a un Estado Confederal». Es el peligro. «Y aparece en lontananza, en el horizonte».
La Opinión de Zamora
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