“¡Mostrar bandera!” se titula una exposición inaugurada en Bonn y dedicada a los símbolos nacionales alemanes. DW-WORLD preguntó a un historiador por la relación de amor-odio que los germanos mantienen con su simbología.
Jost Dülffer es profesor de historia en la Universidad de Colonia. El pasado alemán y europeo de los siglos XIX y XX son su especialidad, además de las relaciones internacionales y el comportamiento en tiempos de paz y de guerra. Todo ello tiene mucho que ver con la simbología de las naciones, exaltada a partir del siglo XIX, de la que tanto dependen los contactos entre Estados y que tantas veces ha decidido entre la buena vecindad o el conflicto.
Aprovechando que La Casa de la Historia de la República Federal Alemana, un museo histórico de Bonn, dedica una muestra a los símbolos nacionales alemanes, y aprovechando que un Mundial de Fútbol sobre suelo patrio y una Eurocopa perdida en la final, con sus banderitas correspondientes, han desatado un debate en torno al “nuevo nacionalismo” germano, DW-WORLD conversó con Dülffer sobre la bandera, el himno y los sentimientos.
DW-WORLD: Los Estados, los imperios, las naciones, los pueblos… tienden a rodearse de símbolos que los representan, ¿por qué?
Jost Dülffer: Porque eso los une y al mismo tiempo los diferencia del resto. Esa diferenciación puede ser agresiva, pero también positiva.
Empecemos por la bandera alemana, ¿de dónde vienen el negro, el rojo y el dorado?
Los tres colores de la bandera alemana tienen su origen, primero, en la resistencia a la dominación napoleónica y, después, en la lucha contra el orden autoritario instaurado en Europa en 1815, tras la caída de Napoleón. En ese momento, jóvenes estudiantes utilizaron las tres franjas de color negro, rojo y dorado como base para fundar un movimiento nuevo, alemán y patriótico.
Pero la bandera alemana no siempre ha tenido ese aspecto…
No. Esos tres colores representan la tradición liberal de 1817, 1819. 30 años después, en 1848, estalló en Alemania, como en otros lugares de Europa, una revolución, y volvieron a sacarse las banderas negras, rojas y doradas. Los tres colores, que habían sido prohibidos por considerarlos políticamente peligrosos, de izquierdas, ondeaban de nuevo 30 años después y lograron imponerse a otras banderas.
Sin embargo, tras el fracaso de la Revolución de 1848-49, la bandera negra, roja y dorada quedó sepultada bajo el dominio del todopoderoso Imperio Alemán: una tradición democrática y liberal subyugada, que sólo reaparecerá cuando Alemania pierda la I Guerra Mundial para convertirse entonces en la bandera oficial de la República de Weimar.
¿Y qué hacen luego los nazis? La sustituyen por la esvástica. Hasta el final de la II Guerra Mundial, la bandera negra, roja y dorada hace acto de presencia en la historia de Alemania sólo durante cortos periodos de tiempo.
Si en sus inicios fue “liberal”, “políticamente peligrosa”, “de izquierdas” y “democrática”, ¿por qué tiene hoy cierto sabor a derecha?
En su origen no sabía para nada a derecha. Todas las banderas europeas que tienen tres franjas fueron símbolos de libertad. La 'tricolor' francesa, la bandera italiana… todas nacen de la tradición liberal. Lo que pasa es que muchas de ellas se han utilizado en épocas posteriores para remarcar el chovinismo y la prepotencia de la nación propia, aunque no es el caso de la alemana negra, roja y dorada que, al haber sido abolida en los periodos históricos más comprometidos, no carga con este peso negativo.
Pero aún así, los alemanes tienen un problema evidente con su bandera…
A consecuencia de la II Guerra Mundial, y a consecuencia del conflicto y el genocidio por ellos provocados, los alemanes encuentran dificultades en general a la hora de relacionarse con su nación, y por extensión también con los símbolos que la representan.
¿Es necesario tener una bandera?
Yo me puedo imaginar perfectamente la vida sin ella. Pero cuando se está en un campo de fútbol o en una reunión política, uno saca su bandera. Una bandera puede jugar un papel relevante a la hora de demostrar unidad, ya sea en torno a un equipo de fútbol o a un partido político, y dejar clara la intención de que esa unidad persista en el futuro.
Símbolos como la bandera son un lugar en el que se vierten los sentimientos: las emociones que genera la política, la historia, la sociedad y la idea de pertenencia.
Es decir, que el ser humano necesita además de sentir mostrarle al mundo que siente…
En mi opinión, sí. También puede ponerse a cantar una canción de los Beatles, porque le gusten los Beatles y con ello remarque algo que le representa, pero si empieza así es muy probable que acabe entonando un himno.
Ocupémonos del himno. En la exposición “¡Mostrar bandera!” se puede ver una encuesta llevada a cabo en 1951 en la que el 73 % de los alemanes occidentales se declara a favor de la instauración de un himno nacional, mientras que sólo un 7% se dice en contra, ¿por qué cree usted que es tan importante para un país tener un himno?
Por un lado, está la cuestión de que si los otros tienen uno, nosotros también queremos, porque de lo contrario parece que nos falta algo. Ése es el elemento hacia el exterior. Después está el que va dirigido hacia el interior: el sentimiento de pertenencia a un lugar, a un grupo, puede, aunque no tiene que, verse reflejado en una bandera o en un himno.
En la encuesta también se les preguntaba a los alemanes por la sustitución de la primera estrofa del himno por la tercera. Aquí el resultado era más ajustado: un 25% estaba en contra y un 30 a favor. Finalmente, se optó por el cambio. Pero hay muchos himnos, como por ejemplo el francés, que tienen un texto muy duro, ¿cómo se explica la problemática con el himno alemán?
A los franceses les gusta su himno porque representa la liberación que supuso la Revolución Francesa; los alemanes exaltan su nación, pero prefieren hacerlo de un modo menos sangriento.
La primera estrofa del himno alemán, la que dice eso de 'Alemania, Alemania por encima de todo', es anterior a la Revolución de 1848 pero también tiene algo de liberación: responde a la búsqueda de los alemanes de esa patria anhelada. Después, los nazis usaron la estrofa para transmitir su mensaje de 'primero nos apoderamos de Alemania, luego del mundo'.
Finalizada la II Guerra Mundial, ese 'Alemania por encima de todo' sólo podía entenderse en el exterior como una exaltación chovinista, por eso fue una idea genial la de repetir la tercera estrofa, que dice 'unidad, justicia y libertad para la patria alemana'. ¡Era el himno perfecto para el Estado occidental, que esperaba poder fusionarse en algún momento con el oriental!
En la exposición podían leerse también un comentario sobre el debate “himno sí, himno no”, pronunciados en su día por ciudadanos corrientes de la Alemania occidental. Uno de ellos decía: “mientras no exista una sola Alemania, no necesitamos ningún himno”. ¿Tenía Alemania que reunificarse para que estos símbolos adquirieran un valor real para la población?
Parte de la población asimiló ya entre 1949 y 1989 todo este simbolismo, pero no fue sino hasta después de la reunificación del país cuando, de un modo algo curioso, surgió un movimiento de aceptación general de estos símbolos, un movimiento nacido desde abajo, desde el pueblo. Y la bandera negra, roja y dorada se convirtió de repente en la materialización de la victoria en un Mundial de fútbol. Esto era algo nuevo y al principio se tomó con cierto escepticismo. Surgió la pregunta: '¿estamos ante el renacer del chovinismo o es sólo la normalización de relación de los alemanes con su Estado?' Yo opino que es lo segundo.
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