8.10.12
La enseña de la diáspora ondea en Pontecesures
La bandera del Carmelo de Pontecesures envolvió ayer un cálido homenaje a la diáspora, cien años después de que José Llerena la trajese desde La Habana a donde había emigrado años antes y donde presidía la Sociedad de Amigos de Cesures. Fue una ceremonia sencilla e íntima pero sirvió para poner en valor la importantísima influencia que la emigración ha tenido en la riqueza y la prosperidad de Galicia. El acto se desarrolló en la mañana de ayer con un desfile por el centro del pueblo y unas palabras del alcalde y la familia en la Casa Consistorial.
A.TOURIÑO - PONTECESURES La Bandera del Carmelo, símbolo ya de Pontecesures y que preside el Salón de Plenos, es un regalo de la Sociedad Cesureña de La Habana que en 1912 trajo José Llerena Braña a la Liga de Amigos del Carmen de la localidad.
Desde aquella es la enseña que abre la procesión del Carmen que antes se celebraba el primer domingo de septiembre, aunque ahora cambió la fecha para julio.
Todo esto apenas tendría importancia sino fuese por su valor dentro de la memoria de la emigración, a la que tanto debe Galicia y, en particular, porque la crisis aboca también a muchos a coger las maletas para labrarse un mejor porvenir allende fronteras.
Ese ha sido parte del mensaje que quiso transmitir tanto el alcalde Luis Álvarez Angueira como los portavoces de la familia directa, en especial su bisnieto Daniel Seijas o su nieta María Segunda Llerena Orgaz.
El regidor Angueira abrió el acto con una alusión a la historia de un estandarte al que hasta hace doce años apenas se le daba mérito y que hoy preside el Salón de Plenos.
Se trata de un presente bastante valioso pues está confeccionado en seda y pintado al óleo, que en su anverso muiestra el escudo de Galicia y en el envés, el de Pontecesures, según se observa en la réplica que ayer desfiló por el centro de la ciudad.
Cabe esta observación por el hecho de que el estandarte original está enmarcado y colgado en la pared principal del Consistorio por lo que solo es visible el escudo de la localidad, al quedar oculto el de Galicia. Y como está pintado al óleo, su autor -desconocido para la familia- no tuvo más remedio que dibujar la franja azul de la bandera gallega en sentido inverso, que es como luce en estos momentos, de derecha a izquierda.
Pero también tiene peculiaridades el pendón que ayer desfiló por el centro de la localidad. En este caso, la réplica es de tela asedada y fue bordada en hilo por unas monjas, siguiendo el patrón original.
Ambas presidieron una salón en el que la familia Llerena fue la verdadera protagonista de un acto que también fue un homenaje al hombre que a principios del pasado siglo acabó presidiendo la sociedad de amigos cesureños en La Habana.
Tanto su nieta como el bisnieto hicieron alusión a la tremenda morriña de su antecesor por la tierra en que nació y a la que siempre quiso volver, lo que hizo al final de sus días. Así, su nieta María Segunda Llerena, le recordó con dos nostálgicos poemas que Llerena escribió en sus tiempos, titulados "Recordos de aldea" y "Os viaxantes" con contínuas referencias a su pueblo, a sus gentes y a sus costumbres.
Luego intervino el bisnieto, Daniel Seijas quien además de hacer una breve reseña de lo que significó José Llerena para su pueblo también se acordó de otras sociedades gallegas de emigrantes, como la de Argentina que regaló a Pontecesures el reloj de la torre de la iglesia parroquial y que, a su juicio, también se merecen un sentido homenaje.
Seijas que se ha entregado a descubrir la historia de Pontecesures recordó el papel de personajes de la villa como es el caso de Vicente Moure (de la parroquia de Sorribas) que a principios del pasado siglo fundó la primera escuela graduada, el laboratorio de química o la biblioteca "con numerosos libros que todavía recuerdo yo de mi etapa de estudiante y que seguro que ya han desaparecido".
Faro de Vigo
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