20.3.14

El morado no es el color de Castilla

VENTURA LEBLIC
Día 19/03/2014

El color del llamado pendón de Castilla no es, ni nunca fue morado. Todo arranca en el siglo XIX, cuando algunas sociedades y partidos, ni cortos ni perezosos recurren al color morado que utilizaba alguna unidad militar, que de Castilla solo tenía el nombre, atribuyendo este color a nuestra tierra castellana y al de los comuneros. Con esta falacia cromática cometieron uno de los mayores errores de la historia de la vexilología española, induciendo a su mal uso incluso a las instituciones, condicionando el futuro y divulgando lo que nunca fue. Tanto es así que hasta muchos castellanos aún hoy, se lo creen.

Cuando se ha modificado erráticamente un símbolo, debe ser rehabilitado el correspondiente a la verdad histórica. Castilla y los castellanos debemos recuperar lo que nació en Castilla y no en la imaginación tardía de los románticos del XIX que influyeron en los partidos y círculos republicanos.

El pendón viejo de Castilla o bandera castellana es roja o con matiz carmesí, como lo usaron sus reyes, o las milicias concejiles de las principales ciudades castellanas, entre ellas Toledo.

Los comuneros que representaron a las ciudades castellanas, usaron sus estandartes de color rojo carmesí, como hoy algunas ciudades lo continúan usando. Fue ese color y no otro, el que llevaron los comuneros en Villalar. En esta batalla no se vieron banderas moradas por ningún lugar, ya que no existía en Castilla dicho color para representar ni al territorio, ni a sus ciudades.

Por otra parte si somos observadores, solo debemos fijarnos en el color del campo (fondo) del cuartel de Castilla en el escudo nacional de España. Como salta a la vista es rojo. Como el campo del escudo de León es blanco, el de Navarra rojo y el de Aragón amarillo. Sus banderas históricas por tanto, responden a estos colores. ¿Dónde está el morado?.

Este error cromático para representar a Castilla, se repitió en la bandera adoptada por la II República, cambiando el rojo (verdadero de Castilla) por el morado en una de sus franjas. Paradójicamente convirtieron la bandera del partido republicano, en mas monárquica, ya que el morado era el color del rey Alfonso XIII y sus antecesores desde 1833. Sus orígenes se remontan al rey Fernando el Católico cuya guardia personal usó este color (“el color viejo de Aragón”) desde 1504 y continuó en los diferentes regimientos que sucedieron a esta vieja unidad del siglo XVI.

Una vez que las naciones fijaron sus banderas, dejaron de ser símbolos dinásticos o militares para solo representar a la nación, es decir al conjunto de sus ciudadanos y sus territorios. Esto ocurre en casi todo el mundo, salvo en algunos países en los que sus dirigentes, hicieron de los símbolos de sus partidos, los de la nación. Una vez desaparecidos estos regímenes, volvieron a sus símbolos tradicionales y permanentes.

Nuestra Constitución de 1978 recoge la tradición histórica de la bandera de España, que aunque utilizada desde el reinado de Carlos III en la Armada y sus establecimientos, fue un decreto de 1843 la que la convierte en nacional. Por estas fechas unifican y fijan sus banderas muchas naciones antiguas de Europa, que son las que hoy conocemos sin variación. Es lo normal. Las banderas nacionales no simbolizan las formas de gobierno o del Estado, sino a la Nación misma, por eso tienen continuidad en el tiempo. Solo cuando existe cambio de régimen, se modifican los símbolos del Estado, es decir, el escudo que se coloca sobre el paño de la bandera, pero ésta permanece inalterable, como inalterable es la Nación, aunque haga tan poca gracia a nacionalistas. En la convulsa España del siglo XIX se mantuvo, sin alteración alguna, la bandera bicolor desde su establecimiento definitivo. Aunque ya fue utilizada en Cádiz en 1812, también por la revolución progresista llamada «la Gloriosa» de 1868, como por la República federalista en 1873, o por la restauración monárquica. En el siglo XX salvo el corto paréntesis de la II República, ha continuado nuestra bandera nacional hasta hoy.

El 2 de febrero de 1932, Unamuno afirmaba en «El Sol» que la bandera roja y gualda (amarilla) «no es ni ha sido bandera monárquica, ni era de la Casa de Borbón, lo era de todos los españoles monárquicos y republicanos… guardando el sentido civil y patriótico de la continuidad histórica».

ABC

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