26.9.05

La sociedad nicaragüense y su bandera

Soy devoto de nuestra bandera desde que era niño. En casa mi padre nos inculcó quererla, admirarla y respetarla. Recuerdo que la hacía ondear en la ventana de nuestra casa todos los años en septiembre, al acercarse las Fiestas Patrias. La colocación de la bandera para nosotros era toda una ocasión emocionante, casi comparable con la instalación del árbol de Navidad cada diciembre.
Ya adulto, traté de transmitirles esta devoción a mis hijos, con quienes cuando eran menores también hacía la ceremonia de instalación de la bandera.
En general noto que nuestros conciudadanos no sienten tal cariño por nuestro pendón bicolor y comparo con otros países, como México por ejemplo, donde sus ciudadanos no tienen que ser estimulados para darle cabida y despliegue a su bandera.
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Y lo triste es que nadie reclama esto. Ni los diarios, ni radios, ni noticieros nacionales de la TV. En realidad el público en general no nota su ausencia y ni le hace falta.
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Hoy en día, se ha desatado una especie de onda de andar con su banderita luciéndola en las ventanas de automóviles y vehículos de transporte.
Pero la motivación, aunque bien intencionada, no es patriótica. En el fondo es de índole político. Hasta hay anuncios en la radio donde le dicen al público que ponga su bandera para repudiar al pacto o la corrupción. Aunque la intención es buena, el propósito no es por causas necesariamente ligadas al amor a la bandera.
Hasta humorísticamente han llegado a dar las normas políticas para desplegar la bandera en los autos así:
1. Si repudiás el pacto y la corrupción, pero sin afiliación política definida, sólo luce la bandera de Nicaragua. 2. Si “vas con Eduardo”, usá la bandera nacional, más la del PLC. 3. Si tu favorito es Herty, entonces además de la azul y blanco andá con la roja y negra. 4. Si sos partidario de Arnoldo, sólo usá la roja sin mancha, o si sos furibundo danielista, ahora unido en “santo matrimonio”, lucí la rojinegra, únicamente.
Total, el lucimiento y despliegue de la bandera que en los días recientes ha mostrado la ciudadanía es sólo por motivos políticos, impulsada también en cierto modo por algún interés comercial de los que las distribuyen y venden.
Lo bueno es que la campaña en algo ha calado en el público, pues al iniciarse la “moda” hace un par de meses, hice un conteo rápido y más o menos uno de cada veinte automóviles lucían la bandera. Hoy en día ha decrecido un tanto tal proporción.

La Prensa

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